La selección mexicana hizo su primer entrenamiento en Brasil, donde el próximo viernes debutará en la Copa del Mundo enfrentando a la atribulada selección de Camerún. Y lo hizo lleno de alegría. Lejos quedó la cara de desconcierto que exhibió Miguel Herrera tras la derrota del equipo en Boston ante Portugal.

 

Los jugadores bromeaban, reían, jugueteaban. En el entrenamiento recreativo, diseñado para sacar la tensión de un viaje de 11 horas, los jugadores cambiaron sus posiciones habituales. Por ejemplo, Javier Hernández jugó de portero y fue la clave de la derrota de su equipo, ya que el otro guardameta improvisado, Paul Aguilar, sí sabe que hace cuando se calza los guantes.

 

Y los porteros estaban en el campo, siirviéndole de burla a los demás, excepto Talavera, del equipo del Chícharo, que anotó un gol de bella factura.

 

Vaya si los porteros necesitaban sacar la tensión. Justo ayer les informaron quién de los tres, o vamos, de los dos será titular, entre Guillermo Ochoa y Jesús Corona. Herrera se lo guardó hasta ayer, pero sabía que no podía seguir guardándode la designación sin que perjudicar al equipo. Las apuestas están 2 a 1 en favor de Corona, y la explicación de que Herrera se hubiera guardado hasta ahora es que prefirió evitarse el mal ambiente durante dos semanas, puesto que Ochoa tiene muchos amigos en el equipo.

 

Lo que sí descartó Herrera es que vaya a jugar con un portero un juego y con otro en el otro. “Sólo que ocurriera una desgracias. No puedo hacer eso porque el que sea el titular tiene que tener la seguridad para hacer bien el trabajo”.

 

Los jugadores estaban tan de buenas que muchos se acercaron con los aficionados presentes en las gradas de las instalaciones, unos 600, y dieron autógrafos, y se tomaron decenas de selfies.

 

 

Sobre la cancha, el sol caía a plomo. Dicen los lugareños que el astro rey estaba esperando a los mexicanos, porque en los días anteriores no había estado tan fuerte. Encima, la humedad era muy alta, con lo que los jugadores sudaron en serio la camiseta.

 

 

Después del viaje Miguel Herrera ya no quiso trabajar más, aún cuando está consciente de que se le fue uno de los cuatro días con los que pensó que iba a contar para trabajar en la definición del equipo, que es lo que más le preocupa. Tendrán hoy lunes y martes, porque el miércoles viajan. Y después, el jueves. Y ya, no hay más tiempo. Así están las cosas.

 

 

A Herrera le preocupa también que el equipo termine por mecanizar la jugada en la que el uno de los centrales se mete entre los mediocampistas. Se pasó seis meses jugando y presumiendo su línea de cinco, y ahora le entran las prisas por conseguir que el equipo pueda jugar línea de cuatro.

 

 

¿Cuál es la diferencia? Lo mostró muy claro Bosnia Herzegovina. A un equipo como el del Piojo que sale por los costados, es muy fácil nulificarlo. Dicen los clásicos que puedes dejar al rival que te llegue, sólo, échalo a los costados. Desde allá no harán daño. Problema es que entren por el centro.