El arquitecto de la gira exterior (presidencial) más exitosa de los últimos sexenios es José Antonio Meade.

 

En diciembre de 2012 esbocé un perfil del entonces recién nombrado secretario de Relaciones Exteriores. Eran tiempos etnocéntricos, como nuestra cultura hecha a imagen y semejanza de épocas postrevolucionarias. (El siglo XX parece tan lejos como el XIX.) El nacimiento de un ciclo político obligaba al gobierno de Peña Nieto a temporizar la política exterior. Y es que frente a la globalización no hay opciones intermedias: O seguimos calificando como antipatriotas a quienes prefieren el vino al tequila o la baguette a la tortilla, o nos graduamos de civilidad con atributos globales.

 

Los medios mexicanos, adictos a las agendas domésticas posiblemente por la correlación de rating, evitan la cobertura de nodos internacionales sin saber que, la suma de todos ellos, da como resultado la gobernanza global. Poca cosa.

 

Pero lo sucedido ayer en Madrid es importante no dejarlo pasar. Un pequeño matiz bien vale la pena.

 

La despedida del rey Juan Carlos durante la visita oficial del presidente Peña Nieto se le cruzó de manera fortuita al mandatario mexicano. Ese componente imponderable transformó el alcance de la gira: de nicho a regional. De una agenda doméstica a una semiglobal.

 

La agenda bilateral se acota a intereses políticos, empresariales y sociales, pero los reflectores se activaron en el momento del anuncio de la abdicación. Antes, José Antonio Meade también mostró músculo durante la preparación de la gira. Envió a Madrid a Carlos de Icaza, el subsecretario del ramo, para que articulara los detalles. Uno de ellos lo pudimos ver en la estrategia de comunicación. Como pocas ocasiones, la visita del Presidente mexicano a Madrid recibió una cobertura especial; primero, el periódico El Mundo publicó un Op-ed del presidente Peña, el mismo día pero en el ABC, Carlos de Icaza confirmaba que el divorcio de Pemex con Repsol no estaría en la agenda de trabajo, y finalmente, El País desplegó en cuatro páginas la entrevista con Peña Nieto y publicó un suplemento especial (El despertar de un gigante) de 16 páginas sobre México para promocionar, de manera indirecta, un foro de negocios. En él, José Antonio Meade, en entrevista, marcaba las coordenadas de la agenda diplomática de México.

 

La palabra “pragmatismo” detona cierto malestar entre ortodoxos; pero la situación de la política exterior hiperetnocéntrica durante los últimos tres sexenios obligaba a la laxitud del pensamiento a la hora de articular la diplomacia. Fue Carlos Salinas de Gortari quien se encargó de “abrir las ventanas” de una nación que se regodeaba de la autosuficiencia sin percatarse que el fin de la Guerra Fría revolcaría paradigmas.

 

La gira a España no era fácil antes del anuncio de abdicación. El presidente Rajoy se enfrenta a un momento delicado; cuando las variables económica y política se encuentran en bajos niveles lo mejor es quitar pólvora de por medio. Los dos primeros años de gobierno, la economía, le ha quitado el sueño, y por ende, tiempo y liderazgo para solventar obstáculos políticos.

 

Desde septiembre de 2012 Cataluña le envió un duro mensaje. Era el día 11 cuando más de dos millones de catalanes salieron a las calles de Barcelona para reclamar el mal trato que, de manera orquestada, le daban el gobierno y los jueces al Estatuto (una especie de Constitución catalana a la que el entonces presidente Zapatero prometió que no le quitaría una coma. Algo salió mal. Los jueces lo enmendaron, por no decir, lo destruyeron.

 

Ahora, Rajoy ha evitado negociar con el presidente catalán Artur Mas una reforma constitucional para ensanchar el poder de la comunidad catalana.

 

Puedo asegurar que al ponderar los efectos de la abdicación del Rey son nimios frente al problema que ya tiene Rajoy sobre la mesa.

 

La visita de Peña Nieto aprovecha la estela de lo ocurrido en 2013. Año en el que creció la inversión de mexicanos en España en 270%.

 

Insisto que la operación de compra que hizo Sigma Alimentos (Alfa) ha sido de las más exitosas del mundo empresarial mexicano durante los últimos años. Compofrío, un referente en embutidos empaquetados al vacío, tenía un componente de identidad muy elevado.

 

La crisis española fisuró varios sectores, como el bancario, por ejemplo. Antonio del Valle se hizo de 6% de banca Popular y el dúo Tinajero y Tomé, de 9% de Liberbank. No es poca cosa.

 

Desde la Cancillería mexicana, Meade desdobla las tácticas geocéntricas de la diplomacia. Mientras eso sucede, más de uno continúa descifrando si la insurrección en Crimea pertenece o no a la Guerra Fría.