Podrían ser las tres de la tarde de un viernes, afuera un brillante sol, pero Alejandro Narro prefiere cerrar las cortinas. Este joven de 21 años quiere continuar la construcción de su mansión. Da un recorrido por su valle, recoge algunos tabiques y distrae la mirada. Nadie alrededor. Sólo su computadora.
Lo único real es Alejandro, el sol de la tarde y la red wi-fi. La mansión está en otro mundo, dentro de “Minecraft”: uno de los juegos virtuales más populares de la red donde los jugadores se inventan personajes, realizan construcciones tridimensionales y exploran.
Pero a diferencia de otros usuarios que sólo buscan diversión, Minecraft también es un trabajo para Alejandro. Forma parte de un grupo de youtubers que tratan de ganarse la vida colgando demostraciones sobre el universo del videojuego. Un oficio que llaman “gamer” o “gameplayer”.
¿De qué se trata?
Alejandro se graba jugando mientras comenta sus tácticas frente a la computadora hasta por 120 minutos. Sin escritores ni productores en sus clips se ha hecho de más de 13 mil fanáticos en su canal de YouTube, “HeyBrown!”, que suma más de 600 mil reproducciones desde octubre de 2013.
“Todos vivimos pensando en fantasías, a mí, por ejemplo, me gustaría vivir en una mansión, imposible en la vida real, pero posible en un videojuego. Alimentar esas fantasías, el niño interno de los fans, es lo que me permite seguir aquí”, dice el gamer chilango. En total publica dos videos por semana; seis horas le lleva editar cada uno.
“Lo de ser gamer fue una coincidencia”, explica Alejandro. “Empecé a subir videos en inglés en 2008, por la globalización, pero con 12 reproducciones en cada clip, me rendí”.
Tras la muerte de una amiga fue que retomó la producción de videos, “entendí que nadie tiene la vida asegurada para posponer sus sueños”, y renunció a su trabajo como mercadólogo en dos despachos. “Empecé con Minecraft porque vi que otros gamers ya lo hacían. El juego me atrapó y así les dije a mis papás: ‘soy un gamer’”.
Mercado atractivo
Un 25 por ciento de los 51.2 millones de internautas en el país se iniciaron en la red por el uso de videojuegos. Este hábito es la cuarta actividad de ocio preferida de los cibernautas; la primera, el uso de redes sociales, según datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI).
Alejandro presume que sus 13 mil fanáticos adoptaron el nombre de #LaFamiliaBrown por un apodo que tenía en la secundaria.
“Mi público son niños de 5 años, adolescentes de 13 y hasta los padres de 45 años. Ellos dirigen lo que hago, me dan rutas en los comentarios, por eso construyó una mansión en el videojuego para que vivamos todos”.
En 2012, YouTube anunció un programa de socios que permite a los productores de contenido compartir con la red social los ingresos de publicidad; la sencillez del nuevo método, sumar audiencia, desató la “fiebre del oro”. Hoy en día, la compañía dice que hay más de un millón de socios registrados de más de 30 países.
En cuanto a cifras económicas, Alejandro emplea los mismos términos opacos que la mayoría de los youtubers mexicanos, sector que según medios especializados mueve miles de pesos. “No te puedo hablar de número”, dice.
Antes de despedirse y volver a la construcción de su mansión, el líder de #LaFamiliaBrown recuerda los ataques de algunos trolls. “¡Quién diablos quiere verte jugando por una hora!”, le escriben. “¿Sabes qué les respondo?: ‘En esta realidad, la virtual, no soy el único’”.