Lo que debió ser una movilización a una sola voz para recordar y condenar la matanza estudiantil del 10 de junio de 1971, término ayer en una manifestación donde la atención la robaron un grupo de anarquistas que atacaron algunos edificios, se enfrentaron con la prensa y condenaron la realización del mundial del fútbol.
La ausencia de la policía capitalina o al menos de agentes uniformados durante las poco más de dos horas de movilización, envalentonó a un grupo de no más de 50 encapuchados que desde el inicio traían una agenda propia.
No había transcurrido ni media hora del recorrido, que inició a las 4 de la tarde en el Casco de Santo Tomás con dirección al Zócalo, misma ruta de aquella histórica manifestación que fue violentamente reprimida por el grupo paramilitar denominado “Halcones”, cuando el contingente comenzó a dividirse.
Y es que sobre la avenida Puente de Alvarado, los anarquistas, la mayoría de ellos jóvenes con ropa de color oscuro con vivos rojos y su rostro semicubierto, comenzaron a realizar pintas en varios edificios.
Una manta en la que no se hacía alusión a la matanza estudiantil sino al encarcelamiento de su compañero Mario González, sentenciado a más de cinco años de prisión por los disturbios del pasado 2 de octubre, fue utilizada por los encapuchados para tratar de esconderse del lente de los fotógrafos mientras realizaban pintas y vandalizaban una tienda de conveniencia.
Tras superar Insurgentes Norte, los anarquistas subieron el nivel de sus actos vandálicos, atacando con bombas de humo y molotov, así como con piedras, la sede del Instituto de Capacitación del PRI-DF y unas oficinas del mismo partido.
Antes de llegar a la zona Centro, los otros contingentes como el Comité 68, la Sección 22 de la CNTE, el SME, o el del Partido Comunista de México habían marcado ya distancia de los anarquistas y sus desmanes. Entre todos sumaban unos 2 mil 500.
Sobre avenida Juárez, donde la mayoría de comercios y oficinas gubernamentales lucían protegidas con vallas de hasta 3 metros de altura, los encapuchados enfrentaron a los camarógrafos y fotógrafos que registraban el evento, acusándolos de ser “infiltrados”.
Un fotógrafo del periódico Reforma, otro más de un medio independiente y un reportero de Animal Político fueron atendidos por los golpes que recibieron.
Al llegar al Zócalo, poco después de las 6 de la tarde, y mientras los organizadores intentaban pronunciar un discurso en el que pedían que no se olvidara la matanza estudiantil, se reexaminara la responsabilidad del ex presidente Luis Echeverría, e incluso condenaban las reformas estructurales, los anarquistas prefirieron manifestarse contra el mundial del futbol.
En la Plaza de la Constitución quemaron una réplica de la Copa del Mundo hecha con papel periódico, que luego patearon en dirección a los fotógrafos.
“FIFA 2014 Brasil… muerte al Estado” decía la nueva manta que mostraron, en una condena a un evento tan lejano en distancia como en el tiempo de aquella matanza estudiantil de la Ciudad de México.
La otra protesta
A la par que organizaciones civiles y estudiantiles se concentraban en el Zócalo capitalino, un grupo de activistas y políticos se dio cita a las afueras de Televisa donde también mostraron su rechazo a las reformas y exigieron una consulta popular en materia energética.
Cerca de las 19:30 horas, los oradores, entre los que se encontraban Javier Sicilia y Gerardo Fernández Noroña, apuraron sus discursos ante la caída de una lluvia que dispersó a los asistentes antes de que concluyera el evento.