FORTALEZA, BRASIL.- Lo más complicado, al menos en el papel, parece ya pasó para México: el debut. Se disiparon dudas, los hombres de Miguel Herrera ganaron en confianza y, aunque se viene Brasil, los tres puntos le permiten al Tri desligarse de la tensión que hubiera representado llegar a este partido obligado a vida o muerte a salir con puntos del Estadio Castelao.

 

 

Al menos así se demostró, no sólo en el reconocimiento de cancha que los verdes realizaron ayer por la tarde en el recinto donde México jugará su segundo partido de esta Copa del Mundo, sino en la convivencia que Herrera propició en la serenata previa que cientos de aficionados les ofrecieron en su hotel de concentración a los seleccionados.

 
Ver a Guillermo Ochoa con el torso desnudo y agitando una playera verde, a Rafael Márquez aplaudiéndole a la gente, a Giovani dos Santos lanzando besos a sus admiradoras, fue algo totalmente inusual, al menos para un seleccionado mexicano, de otras etapas, muy renuente al contacto con los seguidores.

 
Herrera así lo ha trabajado. Por eso se acabaron aquellas especulaciones respecto al once titular: Ochoa, Aguilar, Maza, Márquez, Moreno, Layún, Gallito, Herrera, Guardado, Giovani y Oribe se alistan para corroborar lo que demostraron apenas el viernes anterior en Natal.

 
Por eso no es extraño que la prensa brasileña vea a México con mucho más cuidado que a Croacia. En Fortaleza el optimismo es reservado. Lo visto ante los croatas no agradó a seguidores y especialistas futboleros, y a México se le tiene en estima, y cabe decir, en respeto, mucho ganado por la última final Olímpica que cayó del lado mexicano.

 
En Fortaleza afición y prensa conoce sobre todo a Oribe, y cómo no, si fue el verdugo de aquella gesta; preguntan extrañados por qué Chicharito es habitante de la banca, como en el Manchester United, reconocen en Rafael Márquez a un tipo líder en una zaga que ven segura, aunque eso sí, del Piojo poco saben, y algunos hasta lo confunden con un jugador, por el apellido igual al de Héctor Herrera.

 
A eso hay que sumar la duda en la delantera de la canarinha, donde Hulk no vio participación en su reconocimiento de cancha, el mismo en el que Oscar anunció que ante México no hay de otra, “necesitamos ser casi perfectos para no pasar apuros”. Aseveración que no desentona con la de su técnico Luis Felipe Scolari: “Está demostrado que México siempre nos ofrece dificultades, por eso debemos estar concentrados desde el principio hasta el final del juego”.

 
Son las razones de una selección que camina por Brasil con séquito de seguidores sin importar si es Sao Paulo, Santos, Natal o Fortaleza donde se para. Al camión del Tri lo siguen caravanas, le cantan serenatas, le aplauden cada gesto de sus hombres, y el Piojo lo disfruta. Sonríe, saluda, cada que puede posa para la foto, o regala un autógrafo; no hay duda, está en su elemento; ya el mismo lo anunció hace algún tiempo: él está de moda; y hoy por la tarde, en Fortaleza, ante el anfitrión, con todas sus estrellas, puede empezar a redondear esa historia que empezó hace ocho meses en un par de partidos ante Nueva Zelanda.