FORTALEZA, Brasil. El Tri de Miguel Herrera terminó el partido en fila india: Moreno, Maza, Aguilar, Paul; felicitación para un Guillermo Ochoa tan intratable como cualquier delantero que acaba de salir del juego con una tripleta de goles. Memo hizo lo que toca al cancerbero; un cero colgado al equipo de Fred, Neymar, Thiago: Pedrada al Penta en el Castelao.

 

No fue la lucha entre un gigante futbolístico ante un pequeño engendro recién creado. Este Tri de Miguel Herrera vaya que tiene forma. Eso, o aunque suene a cantaleta; piedra, piedrita, piedrota; es la definición de México para la Selección Brasileña. Y es que pentacampeón y todo, cierto; la canarinha dominó el cotejo, tuvo mayor posesión de balón, lógico, es la máxima potencia futbolística del orbe, pero en la cancha, ayer no verdes, sino rojos, se fajaron de tú a tú ante un colmado estadio Castelao pintado de amarillo, con grandes moteados entre rojos y naranjas de una previsora afición mexicana que dejó el verde en la maleta y sacó la de Charlie Brown para el tamaño de la gesta.

 

El once mexicano no varió. Alineación que gana repite, dice el adagio, y El Piojo no dudó en respetarlo. El resultado fue un equipo mexicano, superado sí, pero calmado. Con la figura que Rafael Márquez desparrama en cada cancha, pero sobre todo por un enorme hombre de cabello neciamente ensortijado: Guillermo Ochoa.

 

México, padeció lo que casi cualquier selección cuando se mide ante el llamado Penta. Llegadas en ráfaga, descolgadas imparables, remates a boca jarro, pero ayer Ochoa demostró que en el futuro no padecerá para encontrar un buen equipo en Europa.

 

México tuvo las suyas a cuenta gotas. Por ahí algún destello de Peralta, un disparo de Gallito Vázquez, un par de Layún sin puntería y uno más de Herrera, que resultó el más amenazante.

 

Por eso Ochoa resultó tan trascendental. Hasta parecía normal que en las bandas, la velocidad desbocara tanto a Aguilar como a Layún, pero la marca en el centro de Maza, Márquez y Moreno fue pegada, y de todas maneras insuficiente. Así remató casi al final de la primera parte Neymar, y elástico Ochoa llegó al mismo poste izquierdo en el que fue castigado en el debut ante Camerún en Natal.

 

Minutos después el 13 cancerbero sacó un mano a mano, y en segundo lapso una más. San Memo en toda extensión, mientras que El Piojo buscaba rectificar. ¿Y?, Brasil es Brasil, dice el redundante; una máquina ofensiva cuando las piernas hacen de rehilete, pero un paraviento llamado Memo frustró una y otra vez el festejo.

 

En la tribuna el cero a cero dio para el trueno del “Cielito Lindo”, y en la cancha, mucho apuro para los de amarillo, verde y azul. Ajustes con Chicharito, Fabián y Jiménez, y el vendaval brasileño en rayo. Con más cabezazos, ahora de Thiago, y antes de Neymar, como antes fue Fred. En la tribuna, ensordecedor el “¡Brasil, Brasil!”, y en los tres palos verdes, ayer rojos o naranjas: Memo, Memo y Memo, una y otra vez Memo. Cero a cero con el riñón apretado, pero sobre todo con un enorme Guillermo Ochoa colgado del arco.