“No podemos negar lo que somos; al contrario, hay que mantenerlo vivo: es parte de nuestra historia, de nuestra identidad. Representamos la esencia de los vinos de La Rioja, el principio de un estilo emblemático, de una región que se ha vuelto icono de la vitivinicultura gracias al esfuerzo de su gente, que ha sabido avanzar en el tiempo, respetando siempre una tradición”, expresa Juan Antonio Leza Martínez, quien junto con David González Marcos, dirige y define la ruta de la segunda bodega más antigua de la zona: Gómez Cruzado.
El nombre de esta empresa se ha afianzado noblemente a los sabores de México a partir del trabajo de uno de sus propietarios, Pablo Baños, quien además de su importante labor en el tema de importaciones y comercialización, ha participado con la misma intensidad en el terreno del periodismo especializado y el engranaje de la restauración nacional en la dinámica de la reconocida Guía S. Pellegrino. Orgulloso de su terruño, Baños ha ido abriendo, con paso firme, el diálogo directo de estos vinos riojanos con los sabores de abolengo de las cocinas de Yucatán y Oaxaca, por ejemplo; y con el mosaico festivo y provocativo de la culinaria capitalina.
“Una de las razones de nuestro viaje, el primero de otros más que tenemos previstos, ha sido precisamente constatar con sentido pleno la gran empatía de los vinos de Gómez Cruzado con la gastronomía de México, con ese mundo de moles y pipianes que son todo un reto, pero también una proclamación de todas las empatías que podemos lograr con esa gama culinaria llena de sutilezas y de acentos. Ha sido una visita afortunada, memorable, también porque hemos podido reiterar el gran potencial que guarda México en el mercado vinícola. Es cierto que no es nuestro principal comprador, sin embargo nos queda claro el amplio horizonte que se abre para las diversas propuestas de las bodegas”, afirma Leza Martínez.
La reafirmación de Gómez Cruzado como parte fundamental de ese núcleo patricio de La Rioja no queda impresa solo en sus vinos. Uno de los estandartes actuales de esa afirmación clásica es la reincorporación de las etiquetas utilizadas a principios del siglo pasado, y que prácticamente fueron recuperadas a partir de los anuncios en periódicos de la época. Así, desde su imagen, hoy Gómez Cruzado exhibe una pátina gloriosa de historia, reafirmada y laureada más que nada con la fina firmeza de los vinos, su estructura, la vitalidad que exhibe una juventud que no niega su ascendencia.
“No hay nada que esconder, ni negar. Nuestros vinos tienen un estilo muy Haro, y en verdad somos de lo más representativo de este punto de La Rioja. Somos una bodega boutique que cuida al máximo la definición del producto desde su origen. La calidad de la uva es palabra de Dios. Nuestros Reserva expresan en términos muy actuales la estructura de un Rioja de verdad”, indica.
En 1886, Ángel Gómez de Arteche, Duque de Moztezuma, tomó la decisión de elaborar vinos en La Rioja, fundando así esta bodega que ya para 1916 fue adquirida por Ángel y Jesús Gómez Cruzado, quienes establecieron una sociedad anónima en 1951. Casi 40 años después, la empresa cambió de dueños, llegando en 2003 a manos de cuatro socios, sus actuales propietarios, quienes no obstante los necesarios cambios organizacionales, mantienen la estructura original de la bodega, ubicada en el histórico Barrio de la Estación.
Con una producción aproximada de 200 mil botellas, de las cuales 90% se exportan a Reino Unido, EU, Suiza y México, Gómez Cruzado expresa el sentido de inteligencia y equilibrio en la hechura de grandes vinos; sin el uso excesivo, como apunta Leza Martínez, de grandes máquinas, y utilizando la barrica en su justa medida. La intensidad es fácil, y en cambio se trabaja más en la finura y la elegancia, partiendo de una Tempranillo ideal, donde la uva habla más de un terruño que de una cepa, como suele suceder con esta variedad.
“Tenemos una historia increíble, muy larga, que no se puede esconder. Gómez Cruzado es una memoria viva de cómo se hizo Rioja, del espíritu que la hizo y la alimentó. Son capítulos que no se pueden traicionar, de los que, finalmente, estamos muy orgullosos”, precisa Leza Martínez.