No es para menos el ver cómo el país completo se vuelca en apoyos a un equipo de futbol que, en representación de México, compite en un torneo Mundial.

 
Ayer constatamos con cuánta pasión y fe la mayoría de la población a todos niveles, de todas las edades y de ambos sexos, nos unimos para convertir en triunfo el empate de México ante Brasil en el Mundial. Nos unimos pero lamentablemente sólo en torno al futbol.

 

Ciudadanos y clase política unidos en “buena vibra” hacia el éxito de la selección nacional de futbol. Los primeros por un nacionalismo más o menos exacerbado, los segundos más interesados en promover fotos que abonen a esa imagen patética de cercanía y unión plástica con las causas populares.

 

¿Por qué no se da esa misma unión social en torno a causas orientadas a procurar lo que necesita el país, a lo requiere la sociedad y a castigar la corrupción e impunidad? A mi juicio por la pobre educación que ha habido en México por más de un siglo y a la, consecuente, limitada capacidad de reflexión de la mayoría.

 

El que todos estemos unidos en torno a una causa intrascendente para el país como lo es el destino de México en un Mundial y, a la vez, estemos como ciudadanía completamente apáticos en encabezar verdaderas exigencias de rendición de cuentas a la clase gobernante y política, nos convierte en un país narcotizado por el “encanto” de la manipulación.

 

Estar con la atención fija en el desempeño de un equipo, criticando el accionar de cada jugador y de su director técnico, analizar y presionar incesantemente para destituir a quien sea necesario con tal de hacer un papel en el Mundial, es algo que los ciudadanos deberíamos hacer en cada asignatura de la vida nacional.

 

El hacerlo solo en el contexto del futbol, elevando oraciones en torno a la televisión y teniéndolo como tema de discusión en medios, reuniones y familia, es tener completamente torcida nuestra concepción de unión en torno a México.

 

Las oportunidades de desarrollo económico de México también juegan en el contexto mundialista. El prestigio de los mexicanos se construye -o se permite que se destruya- también en el ámbito global. ¿Por qué entonces no exigimos la destitución de quién sea necesario en el equipo gubernamental si no están funcionando?

 

¿Por qué tolerar una educación pública, por lo menos a nivel básico, deleznable? ¿Por qué permitir que la ilegalidad, corrupción e impunidad sigan siendo los ejes rectores del sistema nacional? ¿Por qué los mexicanos no estamos unidos en la exigencia de tener una mejor clase política y gobernante en todos niveles?

 

Las respuestas pueden ser enfocadas desde distintas perspectivas antropológicas, socioculturales o de sicología colectiva pero, al final, siempre llegaremos a una conclusión: la falta de educación que hace a la colectividad presa fácil de la manipulación.

Un ejemplo burdo de manipulación es la broma de la pseudo izquierda mexicana de llamar a un plebiscito nacional para que la gente digamos si queremos o no la modernización del sector energético mexicano.

 

Ya lo he comentado aquí, proponer eso es proponer la estupidez más grande del siglo. ¿Cuántos mexicanos hay versados en el tema desde la perspectiva técnica como para opinar seriamente en torno a este trascendente tópico para el país?

 

En el espectro político nacional tanto la izquierda como el centro y la derecha manipulan a la ciudadanía. Ello ha dejado a México en un lamentable “Estado fallido” donde la inseguridad y la injusticia son la constante. Y eso ha sucedido en frente de nuestras narices y porque lo hemos permitido.

 

Dejemos a un lado las arengas del “sí se puede” y del “canta y no llores” porque es claro que en México todo es posible y habemos gente que no estamos dispuesta a distraernos para no abstraernos de los problemas y asuntos de trascendencia para el país.

 

Si México está infestado de ratas, como la ciudad alemana de Hameln lo estuvo en el siglo XI, organicémonos para encontrar a ese flautista que nos libre de esos perniciosos roedores que mantienen el status quo del país, a efecto de que podamos aspirar a ser un país competitivo y respetado a nivel mundial.