Desde que Fausto Vallejo fue electo gobernador de Michoacán su presencia fue una mera formalidad burocrática, porque el verdadero poder ejecutivo del estado lo ejercían las mafias del crimen organizado: La Familia y Los Caballeros Templarios.

 

Posteriormente, cuando el supremo gobierno del centro decidió nombrar a Alfredo Castillo, Comisionado Federal para la Seguridad, el poder estatal michoacano se trasladó a las manos del enviado presidencial y Vallejito siguió representando el triste papel de figura decorativa.

 
Ahora que (¡por fin!) el subgobernador decidió abdicar… perdón, renunciar al cargo, se supone que el Congreso de Michoacán designará a un gobernador interino que concluirá el periodo inconcluso «por motivos de salud», y se repetirá la historia de otro mandatario que habrá de cumplir -igual que el lamentable antecesor- el rol de títere manejado a control remoto.

 
Triste función la de los diputados locales de Michoacán, que cumplirán las órdenes de arriba para que el sustituto de Vallejo sea otro “gober” a modo, porque se tratará -fuera de toda duda- de un gobernador «de mentiritas» ya que el mando real seguirá en las manos del licenciado Castillo.

 
La gente de teatro tiene un lema de trabajo que se puede aplicar perfectamente al penoso caso de Michoacán: «El espectáculo debe continuar» (The show must go on), así que subirá al escenario tarasco un nuevo elenco para representar la parte que le corresponde en la tragicomedia michoacana, siempre bajo la dirección del Comisionado federal, «El señor del gran poder».

 

AGENDA PREVIA

 

El Ing. Elías Valle Pacheco, lector de esta columna, comenta que en la reducida lista de presidentes estadistas que ha tenido México, omitimos al Lic. Adolfo López Mateos quien, a su juicio, fue el último presidente con visión de estadista que tuvo nuestro país. Revise la historia, sugiere el ingeniero al columnista, y verá que a su gobierno debemos los mexicanos las más grandes obras hidroeléctricas: Infiernillo, Malpaso, Chicoasén; el ferrocarril Chihuahua Pacífico; el DIF; los desayunos escolares; la reconstrucción del IPN (plantel Santo Tomás), destruido por el temblor del 57, y las nuevas instalaciones del IPN en Zacatenco. Además, la nacionalización de la industria eléctrica. Búsquele y hágale justicia, insiste.

 

¿Qué hace un senador? Se Pregunta el perredista Mario Delgado en un panfleto dirigido a sus seguidores. Y antes de que los malosos le respondan, ataja: “Defiendo tus ingresos”. Y explica: “Durante mi campaña electoral más de 500 mil personas me pidieron defender la economía familiar y el empleo. Por eso me opuse a la reforma fiscal”. (Que de nada valió su oposición, acotan los del grupito). Y sigue: “Cuando la economía está estancada, los nuevos impuestos complican  la recuperación, lo que finalmente termina afectando a los más pobres”, agrega. ¡Qué bárbaro, qué descubrimiento magazo! (Responden sus detractores). Y continúa: “Tú sabes que no hay empleo y que casi todos los productos de la canasta básica están subiendo; el dinero ya no alcanza. Propuse como alternativa  que fuera el gobierno el que se ajustara el cinturón con medidas severas de austeridad, en lugar de volverle a cargar la mano a las empresas y familias”. ¡Pero ni me “pelaron”! Debió haber aclarado el senador Delgado.

 

Un grupo de maestras de la sección XV del SNTE en Hidalgo, encabezadas por Marisol Ríos, denunciaron al actual secretario general, Sinuhé Ramírez Oviedo, quien desde hace cuatro meses les retiene sus quincenas, las remueve de su área de trabajo y las amenaza con quitarles la plaza.

 

Las acciones del actual líder seccional en contra de 700 maestros, entre ellos 100 mujeres a las que mantiene amenazadas y acosadas, obedecen a que quiere apoderarse de las plazas y los puestos sindicales en esa sección para sus allegados, según los denunciantes.

 

Las maestras ya interpusieron una queja al CEN del SNTE y a la Secretaría de Educación Pública Federal, pero no han tenido ninguna respuesta. ¡Ay Elbita, cómo te extrañamos! Dirán las quejosas y quejosos.