Hace cuatro años en Sudáfrica las vacas sagradas francesas arrastraron el prestigio galo, Nicolas Anelka, Thierry Henrry y Florent Malouda comandaron una rebelión contra el técnico Raymond Domenech. Se olvidaron de jugar futbol, no ganaron un solo partido y solo consiguieron un gol.
Esa miserable actuación cimbró al futbol francés, era renovarse o morir, echaron a los intocables, no más concesiones y le abrieron la puerta a la sangre (no tan) nueva que nunca había tenido una oportunidad.
Uno de los nuevos futbolistas a los que Didider Deschamps les dio la oportunidad es Yohan Cabaye, con 28 años este mediocampista francés es el hombre que mueve los hilos de Francia, este equipo galo que juega sin restricciones, son veloces y cuando se deciden le pintan la cara al que quieran.
Cabaye es habilidoso, antes de que reciba el balón ya sabe que va a hacer con él, tiene una visión de campo privilegiada, lucha y corre todo el partido no importa si su equipo gane o pierda, tiene una guante en la pierna derecha, los trazos que manda a Benzema, Pogba o Giroud son exactos, impecables.
Para el primer semestre de este año llegó al Paris Sanit-Germain (PSG) donde salió campeón de la liga francesa y jugó 15 de los 19 juegos; maneja un perfil bajo, sin escándalos, sobrio, tranquilo y quizá por eso su talento no es reconocido como debiera.
En este Mundial ha sido la revelación, primero contra Honduras donde le pintó la cara a medio equipo catracho, ayer contra Suiza era una bala, nadie lo pudo detener, en un partido con tantos goles fue injusto que este jugador se fuera sin gol.
Deschamps implantó una disciplina férrea en este grupo de jugadores, casi militar, que se ve reflejada en la cancha, Francia es una máquina, funciona a la perfección, no hay una falla en ninguna de sus líneas, atacan a una velocidad increíble, a la hora de defender se escalonar perfecto, juegan al fuera de lugar, le dan la vuelta al balón y por si fuera poco tiene variantes en el parado del equipo, además de una banca suficientemente buena para cubrir bien al que sale.
Cabaye tiene unos zapatos gigantescos que llenar, en esa posición han jugado dos monstruos no solamente del futbol galo, también del futbol mundial: Michel Platini y Zinedine Zidane.