“No se hagan bolas” señoras y señores legisladores de los partidos de oposición, el único camino para poder sostener el crecimiento (¿cuál?), para que las economías sean más incluyentes, para responderle a la creciente desigualdad, crear empleos, combatir la pobreza, superar la mediocridad y salir de fregados… son las reformas estructurales. Sólo ellas producen esos múltiples beneficios porque son la clave de la productividad, que a su vez será la clave de la competitividad.

Y por si no se habían dado cuenta, “México ya obtiene resultados de las reformas estructurales, a pesar de que todavía no empiezan a sentirse los beneficios día a día (ni mes a mes, dirán algunos detractores) para la población”. Y más: “El mundo ha tomado nota de las reformas estructurales, ya el país elevó su nivel de confianza en los inversionistas, en los mercados de capitales y en las agencias calificadoras”. Mejor todavía: El paquete de reformas que México ha impulsado “es uno de los ejemplos más claros y más impresionantes no sólo en América Latina, sino en el mundo entero”.

Aunque debo aclararles, “one more time”, lo siguiente: “Ninguna reforma de fondo surte efectos al día siguiente”. Y otra cosa: “La etapa más difícil de las reformas estructurales es la aprobación de las leyes reglamentarias porque son menos sexys, menos noticiosas, menos lucidoras para los partidos y para el Gobierno y para todo mundo…”

¡No se arruguen! Únanse al grito de batalla de nosotros que ha sido: Go structural, o lo que es lo mesmo: vamos por lo estructural.

A estas alturas del comentario, seguramente los lectores ya descubrieron quién fue el autor de esas bellas frases sobre las reformas estructurales. Pero si no, siga leyendo:

Es curioso, es paradójico, si usted quiere, señor Presidente, que muchos países que han adoptado ya muchas de estas reformas… han tenido más dificultades.

España, Grecia, Irlanda, Portugal (nada más se los está “cargando el payaso”, interrumpen los detractores). Pero se han convertido en los grandes reformadores y están empezando a ver muy importantes resultados de sus reformas. Otros países que no habían estado en ese mismo ánimo, se están incorporando: El Presidente de Francia nos pidió iniciar un diálogo sobre la competitividad y la productividad; el nuevo gobierno italiano también quiere reformas para aumentar la productividad; en Alemania las anhelan para tener un crecimiento más incluyente. China e Inglaterra también las quieren. Aquí, señor, yo quisiera decir, y lo digo con mucho respeto, y lo digo también con mucha objetividad: Todos estos países tienen una agenda de reformas, pero ninguno ha tenido un paquete de reformas tan ambicioso, ni tan exitoso, como lo ha tenido México. Y lo digo aquí, en México, lo digo en mi país, lo digo frente a mi Presidente, que ha sido quien con su liderazgo y su gabinete, y los señores legisladores que han apoyado y encaminado estos esfuerzos, México es hoy un país de referencia en términos de las reformas que ha emprendido.

Quisiéramos constatar, señor Presidente que estas reformas en materia laboral, de telecomunicaciones, de competencia económica; educativa, financiera, fiscal, energética, y también la reforma política, porque la política hace posible las políticas, constituyen no sólo el reconocimiento, sino también una especie de tecnología que probablemente sea exportable, no sólo en la sustancia de las reformas, sino también de cómo se logran los consensos necesarios para poder hacer que estas iniciativas sean aprobadas.

Lo único que nos queda señor, es felicitarlo, pero además decirle: Mantenga usted el rumbo, mantenga usted la velocidad y cuente con nosotros para seguirlos apoyando.

¡Se lo firmo y se lo cumplo! Le faltó decir a José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, ex secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores en el sexenio de Ernesto Zedillo, para quien lo haya olvidado. Ah, y padre putativo del Fobaproa. También suspirante a la candidatura presidencial antes de que Santiago Oñate cometiera la torpeza, perdón, tuviera la ocurrencia, de poner los famosos “candados”. Y tejedor de alfombras dicen los malosos.