Las decisiones que está tomando el gobierno del Distrito Federal, con Miguel Mancera por delante, no tienen pies ni cabeza.
La nueva versión del programa Hoy No Circula, que está impulsando la secretaria del Medio Ambiente, Tanya Müller, busca restringir la circulación de vehículos en el Valle de México a como dé lugar, bajo la premisa de castigar a los automóviles por su antigüedad y no por sus niveles de contaminación.
Así que a partir del 1 de julio los vehículos con nueve a 15 años de antigüedad tendrán que dejar de circular un día a la semana y dos sábados al mes, sin importar si estos vehículos emiten bajos niveles de contaminación. Los vehículos con más de 15 años de antigüedad dejarán de circular un día a la semana y todos los sábados del mes. Con ello, otra vez, se castiga a quienes poseen un vehículo viejo que son generalmente quienes tienen menos recursos.
Según las autoridades del Distrito Federal esta medida busca sacar de la circulación a más de medio millón de vehículos diarios para enfrentar el problema de la contaminación del aire en el Valle de México, que se ha recrudecido en los últimos años.
Más allá de las vacilaciones recientes de la secretaria Müller para explicar la medida y responder a los cuestionamientos de los capitalinos, el asunto es que esta decisión tendrá efectos contraproducentes a lo que dicen buscar los funcionarios del gobierno del DF.
Será muy difícil ver una renovación del parque vehicular en momentos de caída del poder adquisitivo de la población con menores ingresos. Es sintomático que la venta de autos nuevos en el país no repunte a pesar de las tasas de interés históricamente bajas, de facilidades de créditos y de promociones de vehículos con 24 meses sin intereses. El problema no es de financiamiento, sino de capacidad de compra. Así que el plan de Mancera tampoco hará que la gente compre un vehículo nuevo.
¿Qué va a pasar? Que quienes posean un vehículo con nueve años de antigüedad y tengan recursos para hacerlo, buscarán comprar uno adicional, pero usado y de menor antigüedad que libre la restricción por un tiempo. Eso seguramente dinamizará la venta de vehículos usados, pero también la importación de autos e incentivará la presencia de autos “chocolate” que sigue siendo una opción real para estos compradores.
Claro que quienes no puedan comprar un segundo automóvil -los más- saturarán el ya saturado transporte público, comenzando por los microbuses que -con todo y las promesas de Mancera- siguen siendo un peligro cotidiano para millones de capitalinos, sin que el gobierno del DF tenga respuestas que ofrezcan visos de solución.
En todo caso, el gobierno del DF no está haciendo nada para resolver la contaminación (no sólo del aire) que producen miles de microbuses que circulan en la Ciudad de México, ni la seguridad de los usuarios, ni el cumplimiento a las normas más elementales de tránsito.
Claro que “para mejorar el servicio del transporte público” los funcionarios capitalinos ya decidieron que los autobuses y micros deben pintarse de morado, siguiendo la tradición de los políticos que llegan al gobierno y que lo único que buscan es implantar su sello personal por el tiempo que dure su gobierno, sin importar resolver los problemas de fondo de los ciudadanos.
Así ha ocurrido en cada gobierno con el constante cambio a las placas de los vehículos, con las tarjetas de circulación, con las patrullas policiacas y con el mobiliario urbano.
Mancera está en ese mismo camino; con medidas sin pies ni cabeza para el interés de los ciudadanos.