Las lluvias de los últimos días en Paraguay han elevado a 300 mil el número de desplazados por las inundaciones, según dijo hoy Unicef, que las considera las más graves de la historia de Asunción, la ciudad más afectada.

 

Los botes se han convertido en el único medio de transporte de muchas zonas de los bañados de la capital, los barrios bajos en la margen del río Paraguay ocupados por familias pobres en las últimas décadas.

 

En Santa Ana solo se veían hoy los techos de las viviendas y la parte superior de las farolas, bajo una intensa lluvia, que durará hasta el sábado, según los pronósticos.

 

La Secretaría de Emergencia Nacional de Paraguay (SEN) estimó el número de evacuados en algo más de 200 mil personas el pasado 19 de junio.

 

Sin embargo, desde entonces nuevas precipitaciones han provocado la salida de sus casas de otra ola de damnificados, que ahora suman 300 mil en todo el país, dijo hoy Cynthia Brizuela, consultora de educación de la Unicef, que está encargada del tema en esa organización internacional.

 

Brizuela aseveró que se trata de la inundación más grave de la historia de Asunción, en términos de su impacto. “Es peor que la de 1983 por el hacinamiento”, explicó.

 

En ese año vivían en los bañados unas tres mil familias, mientras que hoy en día son entre 15 mil y 16 mil, explicó Brizuela.

 

Al mismo tiempo, se redujo el espacio disponible en la ciudad donde se pueden instalar campamentos para alojarlos.

 

Los aproximadamente 75 mil desplazados en Asunción se encuentran en los terrenos de dos cuarteles y un penal militar, con familiares, o repartidos en 91 nuevos asentamientos que ellos mismos han construido con lonas, chapas y maderas en calles y plazas.

 

La SEN les ha dado parte de esos materiales y ayuda alimentaria, pero las propias autoridades reconocen que las condiciones son muy precarias.

 

El Ministerio de Salud alertó hoy de un incremento “considerable” de las diarreas, especialmente entre los niños, y las afecciones respiratorias.

 

“Esto se da principalmente por las condiciones ambientales de humedad y hacinamiento en que están viviendo estas personas”, dijo Luis Fleytas, director de salud de la zona de Asunción.

 

El Ministerio también ha detectado dos casos sospechosos de dengue, problemas de piel y accidentes por clavos por la construcción, así como cuadros de hipertensión, mayoritariamente entre ancianos.

 

“El drama más grande es salud, higiene y saneamiento”, dijo Brizuela.

 

A la Unicef le preocupa en particular la situación de los 180.000 menores que han tenido que salir de sus casas, pues considera que están expuestos a violencia intrafamiliar en los campamentos y a abusos incluso sexuales, además de sufrir un “altísimo estrés” por la situación, dijo Brizuela.

 

Según la organización, un niño falleció recientemente cruzando una avenida donde está uno de los campamentos improvisados, mientras que otros dos menores indígenas murieron electrocutados, todos en Asunción.

 

Un equipo de Naciones Unidas evalúa actualmente la situación en el país para preparar una respuesta común de todas las agencias de la organización, explicó Brizuela, quien dijo que solicitarán recursos de un fondo destinado a emergencias a nivel mundial.

 

La asesora indicó que el plan estará listo el próximo lunes o martes.

 

Por su lado, el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, aseveró hoy que su Gobierno garantizará que no le falte “ningún recurso” a la SEN para ayudar a los damnificados.

 

“El Gobierno va a hacer todo lo que puede y hasta lo que no puede por estar al lado de la gente”, dijo a su regreso de un viaje a Japón.

 

Las nuevas lluvias empujaron hoy el nivel del río Paraguay hasta los 6,98 metros de altura en el puerto de Asunción, donde el pasado marzo sólo llegaba a un metro, según la Dirección de Meteorología e Hidrología.

 

Esa entidad pronostica que el caudal bajará en los próximos meses, pero que volverá a subir a finales de año, cuando prevé lluvias más intensas que lo normal debido a la probable influencia del fenómeno de El Niño.

 

Mientras, en el sur el río Paraná también sufre una crecida, que este fin de semana llevará su nivel a los 3,2 metros en la localidad argentina de Ituzaingó, por debajo del umbral de alerta, de 3,5 metros, según dijeron hoy técnicos de la presa de Yacyretá, compartida entre ambos países.