El retraso en la discusión política de las reformas, especialmente de las leyes secundarias energéticas, ha estancado la inversión, considera CI Banco.

 

En su análisis “Perspectivas económicas-segunda mitad 2014”, refiere que después de varios meses continúa la discusión del Congreso para la aprobación de los paquetes de leyes secundarias de las principales reformas estructurales, es decir, energética y telecomunicaciones.

 

Ello, destaca, ha estancado la inversión por la incertidumbre sobre su implementación, y la contundencia de los cambios por venir.

 

Las modificaciones a la Constitución que en meses previos fueron aprobadas en materia de telecomunicaciones, de competencia económica, de energía y de educación constituyen un paso fundamental en el proceso de cambio estructural requerido por el país, abunda la entidad financiera.

 

Sin embargo, es necesario que estos cambios se vean respaldados por leyes secundarias que mantengan el espíritu de las modificaciones constitucionales, así como el asegurar que sean implementadas adecuadamente en los siguientes años.

 

Señala que en el periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión que concluyó el pasado 30 de abril, no se logró materializar la aprobación de la reglamentación secundaria de las reformas político-electoral, de telecomunicaciones y de energía.

 

No obstante, recientemente, en un periodo extraordinario de sesiones, el Congreso logró la aprobación del paquete de leyes secundarias en materia político-electoral.

 

Con esto se abre la puerta para el debate de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y de energía, por lo que se esperaría que su aprobación se diera en la segunda mitad de junio.

 

CI Banco estima que de lograrse avances en las leyes secundarias y en la implementación de las reformas estructurales aprobadas en el país, se reactive la confianza de los inversionistas en la economía mexicana y se materialicen proyectos que se encontraban detenidos.

 

De hecho, subraya, la aprobación y entrada en vigor de las reformas estructurales, en particular la reforma energética, permitirán al país ser más competitivo.