La búsqueda del sueño americano, usualmente narrada como una crónica de lucha y sueños vueltos realidad en la “tierra de las oportunidades”, encuentra en The Immigrant (‘Sueños de Libertad’, por su título en español) un retrato completamente alejado del romanticismo con el que la cultura popular norteamericana recuerda la inmigración europea de finales del siglo XIX y principios del XX.
Aquellos miles de migrantes que llegaban a la isla Ellis, todos en búsqueda de una nueva vida, salían de un infierno para entrar a otro; o al menos es lo que le sucede a Ewa Cybulska (Marion Cotillard), mujer proveniente de Polonia que, junto con su hermana, llega en 1921 a Nueva York, ambas huyendo de la guerra.
La estatua de la libertad las recibe en medio de un cielo gris, pero la bienvenida corre a cargo de las autoridades migratorias: la hermana de Ewa es declarada en cuarentena por presentar un cuadro de tuberculosis, mientras que a Ewa se le niega la entrada por no tener dinero y por cierto accidente en el viaje que la catalogó como una persona de “baja moral”.
Ya en la antesala de los deportados y ante la desesperación de abandonar a su hermana, llega al rescate Bruno (Joaquin Phoenix), elegante personaje, de diestra labia y amigo de varios “conectes” importantes; Bruno logra que Ewa no sea deportada pero le advierte que para sacar a su hermana del hospital necesitará mucho dinero, aunque le da opción: trabajar para él. Pronto entendemos el verdadero giro de este extraño hombre, se trata de un proxeneta que presenta a sus chicas (semidesnudas) en un teatro de vodevil para luego ofrecerlas a los parroquianos del lugar. La desesperación hará que Ewa termine aceptando el trato en una caída moral que irá del robo, la mentira, el engaño hasta la prostitución.
James Gray -director del filme- retrata un Nueva York lúgubre de una pesadez casi intolerable. Apoyado por los tonos ocres en la fotografía de Darius Khondji, el Manhattan de esta cinta es uno poblado por la miseria, la avaricia y la corrupción; un lugar donde el sol no sale nunca. Pero en medio de ese escenario llega Orlando (Jeremy Renner), primo de Bruno, que se enamora de Ewa. Orlando es la cara opuesta a su primo: artista, honrado, optimista, le pinta a Ewa un panorama donde ambos podrían salir de su difícil situación a base de trabajo; pero la desesperación puede más y Ewa está convencida de que la única forma de sobrevivir será bajo las garras de Bruno.
Lo que comienza como un duro drama sobre la migración que forjó a una nación, se torna en la batalla de dos hombres por una mujer. El escenario no es nuevo para Gray; esta es la cuarta ocasión en la que colabora con su actor fetiche, Joaquin Phoenix, repitiendo aquí el personaje que más le gusta hacer: el hombre desesperado, incapaz de controlar sus emociones y sin la habilidad suficiente para conquistar a una mujer. Bruno, interpretado por la característica intensidad over the top de Phoenix, está enamorado de Ewa pero sólo sabe retenerla a base de fuerza. Orlando representa la cara brillante de una Nueva York que saldrá del marasmo: el arte que se ofrece como la salida más honesta al horror cotidiano (aquella escena de Caruso cantando a los migrantes presos).
Desgraciadamente Grey no explora a profundidad esa dicotomía, desperdicia lo que pudo ser un gran duelo de actores y prefiere sumergirse en el drama de una Marion Cotillard que no decepciona, recordándonos incluso a las estrellas del Hollywood clásico.
Con todo, el director no será complaciente; esta lúgubre y trágica ópera terminará sin atisbo de sol; un movimiento congruente con su objetivo principal: restarle nostalgia a un episodio de la historia norteamericana que tuvo grandes cuotas de sufrimiento y terror.
The Immigrant (Dir. James Grey)
3 de 5 estrellas