SAN DIEGO. Agentes de la patrulla fronteriza estacionados en San Diego han debido recurrir a computadoras para entrevistar en forma remota a personas detenidas a miles de kilómetros de distancia, en Texas. La estrategia de emergencia revela un problema tradicional de la corporación: su incapacidad para ajustarse al patrón, siempre cambiante, del cruce de inmigrantes.
Los rostros abatidos que aparecen en las pantallas se encuentran a 2 mil 400 kilómetros de distancia, en la estación de la Patrulla Fronteriza de McAllen, Texas. Una mujer de 20 años procedente de Honduras, detenida mientras cruzaba las aguas del Río Bravo y un hombre de 23 años detenido en circunstancias similares.
Cuatro agentes con audífonos hacen numerosas preguntas personales y dedican más de una hora a interrogar a cada adulto… aún más con los niños. En un día cualquiera, cientos de inmigrantes son interrogados por agentes estacionados en San Diego y otras estaciones de la frontera entre México y Estados Unidos.
Las entrevistas a larga distancia —que comenzaron a hacerse el año pasado en El Paso y se extendieron hacia California— son una respuesta al notable incremento de centroamericanos que cruzan la frontera en Texas y que han saturado las instalaciones donde son retenidos los inmigrantes.
El cambio de la migración al Valle es parte de una tendencia de largo plazo que ha llevado a inmigrantes y traficantes de personas a cambiar de sitios de cruce más rápidamente de lo que el gobierno responde a esa modificación.
La Patrulla Fronteriza no tiene suficiente personal para procesar a todos los inmigrantes que cruzan por el Valle, pero sus colegas en otros sitios disponen de tiempo para ayudar.
El proceso remoto revela un problema tradicional que agobia a la Patrulla Fronteriza. Muchos agentes son enviados a lugares donde el cruce de inmigrantes es menos frecuente porque la corporación tiene problemas para acomodarse al patrón cambiante del cruce de inmigrantes.
Un ejemplo del desequilibrio: Los alrededor de 2 mil 500 agentes del sector San Diego detuvieron a 97 personas en cruzaron sin autorización el 14 de junio. El mismo día, los aproximadamente 3,200 agentes de la zona del Valle del Río Grande hicieron 1,422 arrestos.
Las entrevistas remotas son bienvenidas en San Diego porque representan un cambio de rutina. La cantidad de detenciones se encuentra en su nivel mínimo en 45 años y muchos agentes pasan un turno completo sin encontrar a una sola persona.
César Rodríguez, quien ingresó a la Patrulla Fronteriza en 2010, dijo que las ocho horas vuelan desde que renunció a su asignación de observar una franja de terreno cubierto de maleza en las colinas al este de San Diego para dedicarse a procesar a inmigrantes a través de video.
“Si no pasa nada, ¿qué vas a hacer? Sólo estás viendo una valla”, dijo Rodríguez en su nueva oficina, cuyo estacionamiento brinda una amplia vista de las casas situadas en las colinas del otro lado de la frontera, en Tijuana, México.
Muy cerca de él, Víctor Núñez dice que entrevistó a una mujer que llevaba a un niño de cuatro meses y pasó su último turno trabajando con un grupo de 93 personas que cruzaron juntos el Río Bravo. Esa actividad era desconocida cuando patrullaba en su turno nocturno en las silenciosas montañas cercanas a San Diego.
“Siento que estamos ayudando a nuestros agentes”, dijo Núñez, quien ingresó a la corporación en 2011. “Allá hay un problema grave”.
La estación de McAllen está diseñada para albergar a unos pocos cientos de personas pero a menudo es desbordada con más de mil que se dispersan por pasillos y el exterior. Los inmigrantes detenidos han sido enviados a partes más tranquilas de Texas y las instalaciones se congestionaron. La sobrepoblación de la estación de Laredo provocó que el responsable de bomberos hiciera una visita a las instalaciones el mes pasado.