Hace unos días, en plena euforia del Mundial, cuando México todavía soñaba trascender en Brasil, en la política mexicana hubo una alianza estratégica entre dos gobernadores que parecen unirse con miras futuristas. Rafael Moreno Valle, de Puebla, y Javier Duarte, de Veracruz, se encontraron en la capital poblana y a través de las redes sociales mostraron una imagen de ellos dos juntos, unidos por un abrazo, mientras veían el partido de México contra Croacia.
“Tuve reunión de trabajo con @Javier_Duarte, gobernador de #Veracruz, después de disfrutar el partido #México-#Brasil”, decía el mensaje enviado por la cuenta de twitter del mandatario panista, Rafael Moreno Valle, quien se mostraba sonriente y con playera de la Selección Mexicana abrazando al priista Duarte. La foto no hubiera pasado de ser algo anecdótico entre dos gobernadores, vecinos y amigos, pero la coyuntura política, tanto del PRI como del PAN, la ubican como un fuerte mensaje político de acercamiento entre los dos mandatarios.
Dos hechos son clave para entender el significado de esta alianza de los dos estados que dominan el oriente de México: por un lado, las aspiraciones presidenciales de Rafael Moreno Valle, hoy por hoy convertido en el más fuerte prospecto del PAN para la sucesión del 2018, y por el otro, el tamaño del corredor de votos que juntos conforman Puebla y Veracruz, dos de los estados con los padrones más grandes de votantes en México, que juntos reúnen casi 14% de la votación nacional con más de 12 millones de electores (siete millones en Veracruz y cinco millones en Puebla).
Pero si bien esa alianza tiene tintes futuristas, es la coyuntura actual lo que la explica mejor. Al acercarse a Javier Duarte, Moreno Valle no sólo busca a futuro consolidar un corredor de votos en el oriente para su proyecto al 2018, sino que justo ahora busca extender su fuerza dentro del PAN a un estado que es clave para el panismo nacional y en donde Duarte y Moreno tienen un enemigo común: Miguel Ángel Yunes Linares.
El clan Yunes es una de las fuerzas que controla el PAN de Veracruz, donde libran una cerrada y enconada disputa con el PRI de Duarte. En la construcción de una fuerza nacional que apuntale su proyecto presidencial, Moreno Valle ha decidido ampliar sus redes a Veracruz y para eso ha recurrido a su amigo priista Duarte de Ochoa.
El gobernador veracruzano, por su parte, sabe que a él le conviene debilitar al grupo de Yunes y permitir que, en la estructura panista gane fuerza el grupo de Moreno Valle, pues en las últimas elecciones Miguel Ángel Yunes fue el culpable del espionaje telefónico que puso a Duarte en la mira cuando delegados federales de la Sedesol, cercanos al gobierno estatal, fueron grabados mientras armaban una red para desviar los programas sociales a favor de los candidatos del gobernador Duarte.
Además, Javier Duarte sabe, desde que inició el sexenio de Enrique Peña Nieto, que él no es santo de la devoción de Los Pinos y que en los peñistas más cercanos, como el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, no le perdonan que en su estado Peña haya perdido la elección presidencial del 2012 y la haya ganado la panista Josefina Vázquez Mota. Así que, en una coyuntura donde no es bien visto por el grupo dominante en el PRI, el gobernador veracruzano busca un aliado que le pueda proteger en el futuro como Moreno Valle.
Todas estas alianzas se producen en medio del proceso para elegir a un nuevo dirigente del PAN en Veracruz. Moreno Valle busca influir en esa elección y arrebatarle el control del panismo veracruzano a Yunes que, a su vez, es aliado del presidente nacional del PAN, Gustavo Madero. Extrañamente el CEN del PAN ha retrasado la convocatoria para elegir al nuevo dirigente estatal, mientras que Yunes no ha lanzado abiertamente un candidato que la busque.
Hay quien piensa que la reacción del PAN nacional, ante el acercamiento Moreno Valle-Duarte, podría ser suspender la elección de dirigente panista en Veracruz y, con el pretexto de que no hay condiciones, nombrar a un delegado del CEN para que se encargue de ese estado, lo cual favorecería a Miguel Ángel Yunes y al propio Madero, pero le cerraría el paso a los planes de expansión y control del gobernador de Puebla.
Por ahora está claro que, ya sea en forma de disputas internas de los partidos o en forma de alianzas estratégicas, los movimientos para el 2018, con escala en las elecciones intermedias y las nueve gubernaturas del 2015, han comenzado. Y en el oriente de México, dos gigantes electorales, Veracruz y Puebla, se acercan en un claro movimiento de estrategia que lleva mensajes claros para dos partidos, el PRI y el PAN.
NOTAS INDISCRETAS… El sueño terminó. El “México de triunfadores”, de “nuevas mentalidades”, de “capacidades totales”, que vieron tantos políticos en sus discursos que alentaban como distractor la euforia futbolera, se acabó ayer con la dolorosa derrota ante Holanda. Y volvemos, ahora sí, a la realidad ¿para cuándo la reforma energética que enajenará la riqueza petrolera nacional?, ¿qué trampas quieren meterle a la reforma de telecomunicaciones para favorecer a los preponderantes? Ya no habrá futbol que les cubra… Los dados mandan Serpiente. Cayó la selección que nos hizo soñar.