FORTALEZA, Brasil.- Tiempo en blanco, en rojo, en verde; tiempo sin tiempo decía Benedetti. Al Tri le pasa desde 1994, desde 1998, desde 2002, 2006, 2010; desde Mejía Barón, desde Lapuente, Aguirre, La Volpe y otra vez Aguirre. Le pasó en 2014 con el Miguel Herrera; Octavos de Final desde hace 20 años, porque los cuartos de final existen en el tiempo sin tiempo de lo que les hicieron los rivales y los árbitros, de lo que no hicieron los artilleros mexicanos.

 

Ayer Robben se tiró un clavado que definió Huntelaar con penalti para Holanda (2-1) la acostumbrada eliminación mexicana. Antes fueron los penaltis ante Bulgaria, el remate errado del Matador ante Alemania, el miedo del Javier Aguirre contra EU, el golazo de Maxi, y ni hablar del renovado terror del Vasco, ahora ante Argentina. Ayer la Selección del Piojo repitió algunas formas. Fue superior, dominó, maniato a la Naranja Mecánica, y al final: la culpa, esgrimieron los protagonistas, no fue de los verdes, sino del juez… Aunque al final no fue él quien mando a jugar atrás al equipo mexicano.

 

Dicen que esta Holanda te deja jugar, ilusionar, para luego darte con un mazo de realidad. La realidad mexicana está en Octavos, la de ellos, constatan 1974,78 y 2010 en la Final.

 

México borró, en el primer tiempo, a Holanda. Mandó a Van Persie a la regadera empapado de playera, seco en la definición. Y a Sneijder le quitó el mando de toda creación. A Robben le robaron un penalti que costó la fractura de Moreno, y Ochoa, de nuevo estuvo cerca del cielo.

 

El México del Piojo tuvo pelota, idea, llegada, dominio, pero, pesadilla recurrente, le faltó gol. Oribe Peralta es bayoneta en el área, Héctor Herrera tiene la onza cuando serpentea por la derecha y Andrés Guardado recaba elogios cada vez que gambetea. Miguel Layún trajo loco a Verhaegh en la diestra, y Márquez… Márquez fue más Káiser que nunca; elegante, frío, en tiempo, tal como se le recuerda en el mejor Barcelona.

 

La ventaja mexicana era mera consecuencia. Giovani no mentía, le gusta estar cerca del área. Abrió puerta e ilusión con ese disparo que mandó al frente a unos verdes superiores que maniataron a Holanda. ¿Y el remate?, ¿por qué a México le cuesta cerrar la puerta?, ¿por qué el brillante Salcido, en contención, remata a las nubes apenas a las afueras del área y el impreciso Sneijder le pega recto y potente, lejos del elástico Ochoa?

Fueron 87 minutos de pensar en los improbables Cuartos, hasta que Sneijder avisó con su tanto (1-1) a tres del 90, lo que en México ya se sabía: el Tri se queda en octavos porque le obsesiona jugar cuartos; Holanda quizá sea tres veces subcampeón del mundo porque le obsesiona ser finalista.

 

Quizá por eso, cuando en el 93’ de Robben cae en el área, se marca penalti. Huntelaar ni sudo para marcar diferencia (2-1). Tiempo en blanco, en rojo, en verde; los tiempos no cambian: ayer fueron naranjas.