CIUDAD DEL VATICANO. El Papa Francisco recibió hoy en el Palacio Apostólico del Vaticano a los nuevos reyes de España, Felipe VI y Letizia, durante una audiencia privada que duró unos 40 minutos.
Al final del encuentro el rey dijo al líder católico: “Con la esperanza de verlo en España”, mientras Jorge Mario Bergoglio, dirigiéndose a la reina, apuntó: “Con la esperanza de volver a verla pronto”.
A las 11:55 hora local (09:55 GMT), la delegación española ingresó al Estado pontificio a través del Arco de las Campanas, poco después de haber atravesado una Plaza de San Pedro blindada por las fuerzas del orden.
Fueron recibidos en el Patio de San Damaso por el prefecto de la Casa Pontificia, el arzobispo alemán Georg Gaenswein, quien los acompañó hasta el segundo piso del Palacio Apostólico, donde se encuentra la biblioteca papal.
Felipe VI vestía un traje negro y corbata azul, mientras Letizia portaba una chaqueta y una falda blancas. Según la tradición protocolar, sólo a las reinas católicas les es permitido vestir de blanco en presencia del Papa.
Francisco dejó de lado la mozeta, una capa roja con piel que los Papas solían usar cuando se encontraban con reyes y jefes de Estado.
En la Sala del Troneto, la antecámara de la biblioteca papal, tuvo lugar el encuentro de los tres. “Majestad, bienvenido, adelante”, dijo el pontífice. Luego los tres se sentaron ante un gran escritorio donde comenzó una audiencia privada.
Tras los 40 minutos de coloquio, tuvo lugar un intercambio de regalos. Los reyes ofrecieron un facsímil del incunable “Oráculo Manual y Arte de Prudencia”, realizado por el jesuita aragonés Baltasar Gracián e impreso en 1647, del cual existen sólo dos copias en el mundo.
En cambio, el obispo de Roma entregó un medallón con la imagen del primer proyecto de construcción de la Plaza de San Pedro.
A cada uno de los miembros de la delegación española el Papa regaló un rosario y al final, al ver que no le alcanzarían todas las cajitas sobre la bandeja, él mismo se dirigió a un armario de madera cercano y tomó el rosario faltante, para dárselo a quien no tenía. Un gesto sin precedentes, según comentó un fotógrafo del Vaticano que vio la escena.
Tras despedirse, los soberanos se reunieron, también en privado, con el “número dos” de la Santa Sede, el cardenal secretario de Estado del Vaticano.