Los deportistas se parecen mucho a los políticos: cuando los resultados son malos, las explicaciones se salen del racionalismo y pasan al misticismo. Frente a la campaña política, institucional y deportiva para vender la idea de que México iba a Brasil a ganar la Copa Mundial, el resultado frente a Holanda merece una investigación deportiva y técnica porque sólo hay dos explicaciones:

 

1.- El error técnico de sacar a Giovani Dos Santos y replegar al equipo dejándole a Holanda toda la cancha. 2.- El error inducido para que México no calificara a Cuartos de final como una decisión de los directivos. En cualquiera de los dos casos, el director técnico Miguel El Piojo Herrera quedó incapacitado para continuar como entrenador porque el 2-1 fue de su estricta responsabilidad. La Selección no debería estar en manos de un entrenador timorato que dejó escapar la posibilidad de la victoria. La rendición de cuentas del futbol tiene que ver con la forma en que se construyó un apoyo social a favor de la selección. E independientemente del error arbitral por una falta bien disfrazada por el delantero holandés -también usadas por seleccionados mexicanos porque se juega a la falta-, el partido se habría perdido por la decisión estratégica del director técnico al replegar el equipo y permitir el gol del empate. El efecto social de la derrota del seleccionado mexicano fue grave, no sólo anímica sino en el ambiente político. La televisión y las élites políticas de todos los colores construyeron la posibilidad de que México se colara hasta las fases últimas, incluyendo la certeza del técnico Herrera de que se podía aspirar a ganar la Copa Mundial. De ahí que Herrera debe muchas explicaciones a los aficionados respecto a las decisiones erróneas que disminuyeron el ánimo del equipo y permitieron la derrota. La participación de México en el Mundial de Brasil se cruzó con los grandes debates nacionales en torno a las leyes secundarias en energía y telecomunicaciones, incluyendo la discusión de si se estaban inflando las posibilidades de México en la competencia para aprobar entre partido y partido algunas decisiones delicadas.

 

De ahí que la participación de México en Brasil se salió de los conocidos espacios del deporte y se coló en los de la sociología y la politología y sobre todo en los linderos de la rendición de cuentas por la representación nacional de la Selección por el uso de los colores nacionales y el nombre oficial de México. Si todo se queda en una disculpa del técnico y en acreditar la responsabilidad al árbitro, entonces Televisa, TV Azteca y Carlos Slim como propietarios de equipos seguirán regenteando la Selección en función de sus intereses y no de la mínima responsabilidad ante los aficionados y las instituciones.

 

El tema central se puede resumir en dos puntos que debe aclarar el técnico Herrera: no pudo ganar o no quiso ganar.

 

El presidente Peña Nieto promovió la creación de la Ley Federal de Cultura Física y Deporte que estableció con claridad los mecanismos de observación y regulación de las organizaciones deportivas para considerar el deporte como un derecho social.

 

Y se podría ir más allá: hasta ahora la Comisión Nacional de Deporte se reduce al fomento del deporte pero requerirá de facultades para regular el funcionamiento de las organizaciones deportivas privadas y exigir rendición de cuentas.

 

Asimismo, el Congreso deberá tomar cartas en el asunto, toda vez que el presidente de la comisión de deportes es Felipe Tibio Muñoz, ex deportista y ex funcionario de áreas deportivas.

 

Y si no, entonces queda Procuraduría Federal del Consumidor porque la Selección ofertó un producto fraudulento utilizando propaganda engañosa para comprarlo. Pero alguien tiene que aclarar si Herrera perdió o cedió.