SAO PAULO.- Los campeonatos mundiales son los que salen, la mayoría de las veces, con el brazo en alto, sin importar el sufrimiento por conseguir un boleto a instancias finales. Le pasó a Argentina que, hasta la recta final de los tiempos extras, a tan sólo segundos de irse a las tandas de tiros penales, consiguieron el pase a los Cuartos de Final tras dar cuenta de Suiza.

 

 

Le pasó a Holanda que en compensación se impuso a México. Francia que no tuvo problemas para pegarle a Nigeria, pese a que los africanos tuvieron chispazos de buen futbol. Chile que no pudo con Brasil y Alemania que trabajó a marchas forzadas para dejar fuera a Argelia. Los duelos no fueron sencillos, pero la serie quedó en manos de las potencias.
La Albiceleste, como en el resto del Mundial, tiró de individualidades a falta de juego consistente. Messi y Di María, sus estiletes, se encontraron cuando los penaltis eran irremediables. El rosarino culminó con clase una incursión de la estrella del Barcelona.
El Arena Corinthians, futura casa del popular Corinthians de Sao Paulo, se transformó en una Bombonera del Boca Juniors o en un Monumental de River Plate. El público de la Albiceleste recibió a los suyos con poderosos cánticos.
Los devotos argentinos aguardaban por más obras milagrosas de Lionel Messi. Goles en el 91 o lanzamientos de falta magistrales. La hinchada ya empezó a habituarse en este Mundial a las genialidades del camisa 10.
El alemán Ottmar Hitzfeld puso a cinco centrocampistas y a cuatro defensas que gravitaban en torno del as argentino. Cuatro helvéticos, le rodearon en varias ocasiones. Pocas veces se despegó de esa tela de araña, sobre todo en el primer tiempo.
Con Fernando Gago y Javier Mascherano en la sala de máquinas de Argentina, la conexión con Higuaín o Messi era una quimera. Partida como queda la medular de Argentina, la Pulga no tenía más remedio que bajar a recibir. Pero en el centro del campo le esperada la emboscada suiza.
En una ocasión escapó a ella en los primeros 45 minutos. Como practica en el Barcelona, explotó el juego interior con paredes cortas hasta llegar al punto de penalti. Allí abrió para Ángel di María, que disparó flojo.
El extremo de Rosario estaba a pierna cambiada, en la derecha, después de intercambiarse con Ezequiel Lavezzi.
La inconsistencia argentina la aprovechó el Messi suizo, otro zurdo de 1,69 metros con quilates de fútbol. Xherdan Shaqiri. La joven estrella del Bayern Múnich estuvo en todas. Absorbió el frente de ataque helvético y sirvió dos excelentes oportunidades en el primer tiempo.
Fue en los últimos minutos del segundo tiempo extra que apareció la magia de Messi que rompió por el centro y, poco egoísta, abrió para la derecha. Di María ejecutó raso y puso a Argentina en los cuartos en el 117. Aunque Dzemaili casi lleva el encuentro a los penaltis. Su cabezazo dio en el poste. Un libre directo en el 120 puso el nudo en la garganta de Argentina, pero el disparo de Shaqiri golpeó en la barrera.
De esta forma Argentina logró su pase, un boleto sufrido pero al final salió con el brazo en alto.

 

Argentinos apoyan con cábalas a su equipo

 

Buenos Aires.- Llevar la camiseta de la selección, desde luego, ver los partidos en el mismo sitio y con los mismos amigos, rezar o hacer el vudú del congelador, son algunas de las supersticiones que los aficionados argentinos repiten en cada encuentro durante la Copa del Mundo de Brasil, para dar a sus jugadores la suerte necesaria para ganar.
En total, un cuarto de los argentinos admiten que recurren a “cábalas” para conseguir que los astros se alineen e inspiren a Messi durante los partidos, según datos de la consultora Ibarómetro, aunque casi un 35 por ciento sigue algún tipo de ritual antes de cada encuentro, según una encuesta publicada en Argentina.
Entre los porteños, un 35 por ciento de las mujeres deciden rezar y persignarse en los momentos clave, mientras que, entre los hombres, un 40 por ciento recurre a sentarse en el mismo lugar en su salón, bar o sala de trabajo, siempre con los mismos compañeros y con la misma ropa, que no se lava hasta que termine el Mundial.
También existen tradiciones negativas, como escribir el nombre del equipo contrario en un papel y prenderle fuego o guardarlo dentro del congelador, para “enfriar” el ánimo rival.
Respecto a los rituales durante cada partido, en la capital argentina se ven todos los encuentros en silencio reverencial, comentando solo los momentos importantes, mientras que en las provincias del interior prefieren cantar para alejar los nervios.
Todos los bares del país tienen los partidos en directo y muchos camareros cambian su uniforme habitual por el que requiere estas fechas, la camiseta blanca y celeste de Argentina.
Aunque, si pueden elegir, un 94 por ciento de los encuestados por Ibarómetro prefieren quedarse en casa a ver la televisión antes que ir a un bar, algo que se hace más por “obligación” más que por placer.