RÍO DE JANEIRO. El estadio Maracaná abre sus puertas para decidir a un histórico entre los semifinalistas de la Copa del Mundo 2014 en Río de Janeiro, Francia y Alemania, un clásico en cuartos de final, ambos monarcas mundiales que quieren romper aquello de que América es para los americanos.

 

Duelos de chispas y cargados de tensión. En Río. Francia y Alemania, dos campeonas del mundo, se miden con dos panoramas distintos, y es que mientras los de Didier Deschamps respiran armonía, al conjunto de Joachim Löw le han surgido las primeras dudas.

 

No hay duda de que el cotejo franco-alemán es un clásico mundial de 25 partidos y más de 80 años, una historia que empezó el 15 de marzo de 1931, cuando Francia se impuso por 1-0 en París a la Germania, y se continuó hasta el más reciente enfrentamiento del 6 de febrero de 2013, también en la capital francesa, con victoria alemana (1-2).

 

Francia ha venido creciendo en una Copa en la que no se le auguraba gran éxito. Enfrente, Alemania, es todo lo contrario. Empezó poderosa y favorita, hoy empieza a caminar en sentido adverso. Lo que antes parecía claro, se cuestiona, porque la victoria en la prórroga sobre Argelia (2-1) hizo daño a un equipo que galopaba en su condición de favorito. Y Löw ha tenido que remediar imprevistos: primero,  defender a Phillip Lahm, o más concretamente, su posición de centrocampista.

 

Lahm, que ya con Pep Guardiola pasó al centro del campo desde el lateral derecho, ocupa la plaza que debía ser de Sami Khedira, pero un puesto menos en el centro del campo trastoca el dibujo alemán y envía a Mesut Özil a una banda. El flojo rendimiento del exmadridista, máximo goleador alemán en la fase de clasificación, alimenta el debate.

 

En Francia, Deschamps también respira con la vuelta a Mamadou Shako al eje de la zaga y está pendiente de la evolución de Mathieu Debuchy. Si no se recupera, su puesto lo ocupará Bakary Sagna. En ataque, también baraja la opción del jugador de la Real Sociedad Antoine Griezmann, sin duda, un choque de gigantes.

 

Colombia se cita con la historia

 

El estadio Castelao no quiere convertirse en el segundo Maracaná. No será sencillo, recibe al anfitrión Brasil, que tiene de su lado la historia, pero se mide a la gran revelación de la Copa: Colombia, que por futbol está claro supera a la canarinha, aunque la historia suele decir otra cosa.

 

Un duelo de contraluces, hasta en sus estrellas, y si no ver en Colombia la irrupción de James Rodríguez frente la consolidación que en Fortaleza, el estadio Castelao recibirá el duelo entre la frágil psicológicamente selección local y la revelación del certamen: Colombia.

 

La tradicional superioridad brasileña, que de 25 enfrentamientos contra la selección cafetalera solo ha sido superado en dos, sólo una en partido oficial, y ni siquiera es lo anterior garantía la supervivencia local, puesta en entredicho por juego durante todo el torneo. Sobre todo, en el choque de cuartos ante Chile, cuando respiró gracias al lanzamiento de penaltis.

 

La historia solo encuentra dos victorias colombianas ante Brasil. La última, la única en partido serio, fue en 1991, en Viña del Mar, en Chile (2-0). El conjunto de José Pekerman, que aún no conoce la derrota como selección en un Mundial después de nueve partidos -incluidos los que dirigió a Argentina en Alemania 2006-, derribaría una losa que se prolonga más de veintitrés años.

 

La presión acecha a Brasil y el entusiasmo alienta a Colombia. Brasil sigue en busca de solventar la baja de Luiz Gustavo, sancionado por acumulación de amonestaciones. Luiz Felipe Scolari mostró sus preferencias por Fernandinho, al tiempo que respiró por la recuperación del estado de Neymar, tocado durante los días pasados. El astro brasileño dio síntomas de normalidad, sin aparentes dolores ni el vendaje que hasta el martes llevaba en la rodilla derecha como protección.

 

Brasil necesita un partido que solvente. No ha jugado al nivel esperado. Paso apuros contra Croacia, especialmente con Chile. No pudo con México. Colombia es la antepenúltima prueba del combinado canarinho, que no ha sido capaz de satisfacer las demandas del seguidor local.