Fotos: Succession Picasso 2014
Pablo Picasso ha sido uno de los personajes hito en la historia del arte. Si pensamos, sobre todo, en el glamour, podredumbre, creatividad en éxtasis, fiestas, carencia, caos, éxito, reconocimiento, pasión desmedida y cualquier idea o fantasía que tenemos acerca de llevar una vida profundamente artística, sin duda en nuestra lista rápida de nombres estará Picasso.
Este español nacido en 1881 rompió fronteras, planteamientos y posturas para generar las propias; se rodeó de un aura bastante peculiar; consideró que todo individuo socialmente conocido estará expuesto a ser el personaje principal de anécdotas, momentos e insólitos recuerdos que nos llevan a sorprendernos de las excentricidades que los humanos somos capaces de tener.
Picasso no es la excepción y como todo artista de vanguardia tiene sus buenas y curiosas historias, enmarcadas en su personalidad maniática y perspicaz. Quizá la mitad de éstas sean ciertas y no debemos perder dimensión al enfocarnos sólo en los comentarios escuchados de boca en boca. Si nos queremos ver muy exquisitos yesnobs, diremos (con una copa de vino y el dedo meñique elevado): ¡Esos chismes del arte no interesan, qué más da que haya sido de su vida, lo que importa es su legado!, sí, pero tampoco es para tanto.
Si bien es cierto que Pablo Picasso es referencia indudable del arte; principal representante de movimientos vanguardistas con una incesante producción, constituida a base de explorar posibilidades conceptuales y materiales (que lo llevaron a presentar replanteamientos sobre lo que significaba ser), no deja de ser un ser humano, con vicios, errores y detalles que reafirman esa condición. Se trata de un hombre: un ser de carne, hueso, sangre y vísceras, que también comía, dormía, bailaba y reía.
Por eso encuentro enormemente atinada la exposición que actualmente alberga la Sala Nacional del Palacio de Bellas Artes titulada: Picasso revelado por David Douglas Duncan, la cual es peculiar en la forma de abordar el tema. Desde el título se presenta como una exhibición que será diferente a la manera en que vemos a Picasso.
Duncan, fotógrafo de guerra que se destaca por haber capturado con imágenes inigualables —desde una poética emotiva— lo que acontecía durante la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y la de Corea, por mencionar algunas, quizá se sintió identificado con la forma en que Picasso representó en su Guernica los estragos de los combates. Es decir: es posible ver con perspectivas que nos hacen pensar que ni con todos los bombardeos posibles se puede acabar con la sensibilidad y la necesidad de expresarse desde lo emotivo, fuerte y colectivo de la imagen. Del arte.
Tan solo estoy especulando. Cómo sea que haya sido su encuentro en esta vida, Pablo Picasso y David Douglas Duncan entablaron una amistad que quedó registrada por la lente del fotógrafo, quien al parecer no perdía momento en congelar instantes del cotidiano que Picasso le compartía.
Resulta muy emotivo ver en esta muestra fotografías del pintor bailando, en la tina, pintando, pensando; rodeado siempre de muchos objetos, entre papeles, piedras para esculpir, libros, pinceles y recipientes con agua grisácea por el constante sumergir de brochas con carga de color; e identificar dentro de todo este caos piezas que están expuestas, lado a lado de la fotografía. Se enchina la piel al verte dentro de ese mundo, al compartir un objeto que genera un vínculo y rompe las barreras del tiempo y del espacio.
Douglas Duncan y compruebe, con cada fotografía y piezas ahí expuestas, porque se dice que Pablo Picasso es todo un personaje. Por favor querido lector: visite esta exposición. Vea a Picasso a través de los ojos de David