SAO PAULO.- Una vez que el disparo de Maxi Rodríguez sacudió el travesaño y luego infló la red, Lionel Messi salió disparado desde el círculo central con su mirada irradiando todo el fulgor que generaba el momento: Argentina estaba en su primera final de una Copa del Mundo desde 1990.
En una noche en la que su mejor versión y protagonismo estuvieron atados por la severa marcación de los defensores de Holanda, el resto del reparto de jugadores de la selección de albiceleste apareció en un partido de semifinales que debió definirse por la vía de los penales tras un 0-0 imposible de desnivelar durante 120 minutos. El remate de Maxi certificó el triunfo 4-2 en la tanda desde los 12 pasos.
El aporte de Messi se limitó a meter el primer penal, a cobrar un tiro libre al filo del cuarto de hora de juego, que no complicó al portero rival, y hasta ahí.
Con las dos atajadas de Sergio Romero en los penales, la solvencia de Javier Mascherano, Lucas Biglia y Enzo Pérez en el mediocampo, la sobriedad de Marcos Rojo para anular a Arjen Robben y la firmeza de sus centrales Martín Demichelis y Ezequiel Garay, Argentina redondeó su mejor actuación colectiva del certamen, sobresaliendo su laboriosidad sobre lo técnico.
Messi pasó de largo por la zona mixta sin dar declaraciones a la prensa, directamente al aeropuerto para el vuelo a la concentración de Belo Horizonte.
En esta noche lluviosa y fría, sus compañeros adquirieron un mayor protagonismo.
“El equipo ha demostrado que es consciente de lo que se juega. Tiene hambre”, dijo Mascherano, con quien un lloroso Messi se fundió en un abrazo al final del partido.
Messi completó su partido número 92 con la selección y superó los 91 de Diego Maradona. Es un dato simbólico para el delantero de 27 años, que en este Mundial busca apartarse definitivamente de la sombra de su compatriota con el que tediosamente es comparado.
Esta vez, envuelto por la telaraña defensiva que le preparó el técnico holandés Louis van Gaal, Messi no fue el solista salvador que con sus cuatro goles y numerosos pases había cargado a Argentina en los cinco partidos anteriores.
No gravitó, pero tampoco puede quejarse: no fue el único responsable de aportar en la cancha dentro del equipo argentino y ahora está a un partido de borrar cualquier duda sobre su puesto en el Olimpo del fútbol.
Atascado en los cuartos de final en sus dos mundiales previos, Messi enfila el domingo al estadio Maracaná de Río de Janeiro para enfrentar a una Alemania que mete miedo tras la goleada 7-1 que le endosó a Brasil en la otra semifinal.
“Tenemos al mejor del mundo (por Messi) y también un gran equipo”, resaltó Pérez, entusiasmado con las posibilidades de Argentina. “En las finales hay un 50 por ciento para cada lado”.
Argentina se cita por tercera vez en una final contra Alemania, el adversario ante el cual Maradona libró dos batallas por el título en los dos torneos en los que esculpió su leyenda mundialista. Maradona ganó el primer combate por 3-2 en México 1986, pero le tocó caer derrotado 1-0 cuatro años después en Italia.