CIUDAD DEL VATICANO. El Mundial de Brasil concluye hoy con la ya conocida «final de los dos papas», en la que se enfrentarán las selecciones de los países de origen de Francisco y Benedicto XVI y que muchos se preguntan si contará con su asistencia divina o, al menos, con su presencia delante del televisor.
Un evento que ilustra una particularidad que, a su vez, redunda en otra quizá más inusual: la final de la Copa del Mundo -Argentina contra Alemania– la juegan los equipos de los países natales de los dos primeros papas de la historia que conviven simultáneamente, si bien uno en calidad de emérito, es decir, jubilado.
Por esta razón, la pregunta que más se repite últimamente es si ambos pontífices verán la partida de esta noche juntos o si, por lo menos, la verán, aunque sea cada uno en su residencia (Santa Marta en el caso de Francisco o Mater Ecclesiae en el caso de Benedicto XVI).
El portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, ya ha avanzado que ve «improbable» que esto se produzca, dejando de este modo una oportunidad a la imaginación.
«Los papas son personas que están por encima de estos asuntos: siempre dicen ‘que gane el mejor'», se limitó a explicar el jesuita.
Más tajante se ha mostrado el subdirector de comunicación del Vaticano, el padre Ciro Benedettini, al asegurar a Efe que «a pesar de que sería bonito», los papas no verán el partido ni juntos ni separados porque, a esas horas, ya se han retirado a sus aposentos para dormir.
No obstante, Benedettini ha señalado que ambos suelen hacerse informar por sus respectivos secretarios sobre este tipo de eventos.
Ambos «papas» han manifestado en alguna ocasión su afición por este deporte de masas.
De Francisco se sabe que desde su infancia es aficionado al conjunto bonaerense de San Lorenzo de Almagro, fundado a comienzos del siglo XX por el salesiano Lorenzo Martín Massa y en el que está asociado con el número 88.235.
Hasta tal punto es conocida su afición que el equipo «cuervo» le considera todo un patrón.
Muestra de ello es que el pasado diciembre una delegación de este club acudió rauda al Vaticano para entregar al pontífice el trofeo del Torneo Inicial de Argentina, del que se proclamaron flamantes campeones.
También Ratzinger, culto intelectual de gustos refinados y considerado uno de los mejores teólogos vivos, tiene cierta relación con el fútbol, en concreto con el Bayern de Munich, conjunto que le obsequió con el carné de socio número 100 mil el año pasado.
Además no dudó en mostrar su deportividad y felicitar al presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, cuando en 2012, la selección de su país, Alemania, derrotó a la italiana y pasó a la final de la Eurocopa de dicho año que, finalmente, acabó en manos de los españoles.
El responsable de la edición española de Radio Vaticana, el argentino Hugo Ortiz, ha señalado en declaraciones a los medios locales que Francisco no ve la televisión y que, de hecho, no cuenta con este aparato en su habitación.
Por el contrario, Ratzinger sí que cuenta con televisión en la residencia vaticana en la que vive desde su renuncia, el pasado año.
Sea como fuere, lo que si parece claro es que el Mundial de Brasil ha traspasado los muros leoninos y eso se nota en los históricos y monumentales pasillos del Vaticano donde, según explico Benedettini, el Mundial de Brasil está teniendo un enorme seguimiento.
Un interés que se desprende de los diferentes guiños al Mundial que han trascendido mediante las cuentas de diferentes organismos vaticanos en las redes sociales.
Por ejemplo, el 1 de julio el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales publicó en Twitter una viñeta en la que podía verse cómo dos miembros de la Guardia Suiza asistían animados y jarra de cerveza en mano a al Argentina-Suiza, mientras un malhumorado pontífice pasaba a sus espaldas con los brazos cruzados y con una bufanda albiceleste sobre los hombros.
Un partido, este, que dio lugar a un chascarrillo que el propio papa espetó a uno de sus guardias: «hoy habrá guerra».
Ayer Francisco sorprendió con uno de sus comentarios en la red social Twitter con el que animó a sus seguidores a promover con el deporte «la cultura del encuentro» intercultural, al igual que lo ha hecho el Mundial de Brasil que, según él, ha permitido la convivencia de personas de diversos credos y nacionalidades.
Asimismo, el Pontificio Consejo para la Cultura ha lanzado la campaña «Pause for Peace» (Pausa por la paz) en la que pide llevar a cabo unos instantes de silencio durante la final de la Copa del Mundo para reivindicar la paz en Oriente Medio.