Con pancartas con las leyendas “Vuelve a casa” y “Dejen de tirar a sus ilegales aquí” un grupo de residentes de un pequeño poblado de Arizona protestó por el posible traslado de un grupo de niños centroamericanos a un albergue para menores en la zona.

 

“Por supuesto que nos importan estos niños pero no sabemos si son pandilleros o tienen lepra, el gobierno no nos ha dicho nada”, dijo Bob Skiba, un residente del poblado a dos horas de Phoenix que organizó la protesta en la que había unas 70 personas. “No tenemos los recursos aquí para recibirlos”, agregó.

 

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas no respondió a llamadas de la agencia de noticias The Associated Press para confirmar la llegada de los niños.

 

Pero Carl Shipman, director del albergue Sycamore Canyon Academy, dijo en una declaración escrita que se preparaban para recibir a los menores aunque no manifestó una postura política al respecto.

 

Shipman indicó que la recepción de los niños responde a una solicitud del Departamento de Salud y Servicios Humanos y su Oficina de Reasentamiento de Refugiados.

 

Los niños estarán en el albergue hasta que puedan ser reunificados con un familiar o responsable, agregó.

 

Paralelamente a la protesta otros 150 residentes de la zona y defensores de derechos humanos se prepararon para darles la bienvenida a los niños a la entrada del pueblo.

 

El grupo llevaba carteles de “Bienvenidos”, “Todos los niños tienen derechos humanos” y dibujos de corazones.

 

“Es algo muy difícil para un padre haber enviado a sus hijos solos hasta aquí”, dijo Frank Pierson, un residente de Oracle. “Nosotros estamos actuando desde una postura de compasión hacia los niños y sus padres”, añadió.

 

Tanto manifestantes como simpatizantes se quejaron de que el gobierno no ha sido transparente con la información sobre el traslado.

 

Generalmente por razones de seguridad la Oficina de Reasentamiento de Refugiados no da a conocer la ubicación de los albergues con los que trabaja.

 

La llegada masiva de niños centroamericanos ha sido catalogada como una crisis humanitaria por el presidente Barack Obama, quien solicitó 3.700 millones de dólares adicionales al Congreso para controlar la frontera y expeditar el procesamiento de los menores.

 

Se estima que en lo que va de este año han llegado más de 50 mil menores no acompañados por la frontera suroeste de Estados Unidos.

 

Debido al fuerte flujo el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos ha abierto centros de detención temporales en estados fronterizos.