Cineasta, escritor y artista, Nick Zedd arribó a la ciudad de México con “El Zine Invisible”, una exposición de publicaciones de culto que forman parte de su archivo. El estadunidense, uno de los principales exponente de la postura DIY (“DoItYourSelf”, “Hazlo tú mismo”) y figura emblemática de la escena pospunk del Nueva York de los 80, también presentó algunos de sus filmes experimentales, los cuales forman parte de su “Cine de la transgresión”. Aquí una reseña crítica de su presencia en el Museo del Chopo.
La presentación de la obra de Nick Zedd fue realizada el jueves 26 y viernes 27 de junio en la galería y el foro del Museo Universitario del Chopo, que normalmente expone cosas bastante raras y extravagantes. El primer día se inauguró la exposición con la presencia del artista, se presentaron los diversos trabajos de Zedd: comics, revistas, muñequitos raros de colores (bastante feos pero muy bien hechos), tenis adornados, cajitas, libros, fotos y películas en DVD, además de ejemplares gratuitos de tres revistas (con artículos e ilustraciones suyos y de otros, dibujos procaces y exagerados, y un Manifiesto Extremista) y un guion (lleno de lugares comunes, diálogos aburridos, que por más realista que pretende ser no pasa de una Insoportable levedad del ser actual, con drogas, alcohol y violencia desmedida e inútil: una película sobre el amor y su volubilidad, la fidelidad cuestionada con un final feliz o algo parecido).
El hombre, Nick Zedd, se presenta como un artista Punk contestatario, que pretende mostrar todo su rollo de la forma más visceral posible para provocar en el espectador, ya sea, sorpresa, aversión, gusto, asco, impresión, reflexión y demás cosas que genera cualquier obra artística; está bien.
Trae un discurso en el que tira mierda a las instituciones culturales (y políticas, como buen Punk, pero sobre todo al mainstream cultural), a las galerías de arte, las exposiciones, la fama y favorecimiento a ciertos creadores por razones políticas o económicas y el etcétera normal para los underground… todo ello dentro de la galería de un museo (universitario, raro, poco convencional y lo que quieran, que es el Chopo), y pidiendo en la conferencia del día siguiente ser expuesto en alguna galería porque casi nadie lo ha querido recibir.
Volviendo a la inauguración, durante una beberecua con Barrilito y, poco más tarde, mezcal, se realizó un performance, el cuál esperé por un buen rato hasta que me di cuenta que estaba viendo: un grupo de personas bebiendo alcohol gratis, desde muchachos en falda, tenis y saco, hasta travestis disfrazados de personajes de películas como El mago de Oz y Alicia en el país de las maravillas, o un equilibrista en unos tacones de 20 centímetros más o menos y cabello azul cielo. Aún tengo mis dudas de si se habría mezclado la inauguración de la presentación de Zedd con la del Festival de Cine Gay, fechado el mismo día. Como sea, Nick mezclaba música Pop de los 80 mientras todos bebían y hablaban, y una pasarela de travestis y mujeres de talla grande circulaban por el lugar, hablando con el hombre de vez en cuando.
Al día siguiente, el viernes, se proyectaron cortos y mediometrajes realizados por Zedd a partir de 1980. Y hubo una charla (entre presentador y presentado, pues parecía que todos estábamos en shock o quizá cansados después de dos horas de cortos) para después proyectar un video de sus pinturas (una serie de alrededor de 30 piezas circulares de los muñequitos raros y coloridos de los que hablé más arriba; todo el video con música Punk de fondo) y una parte de un capítulo de su serie Electric Elf, de la que hablaré un poco, más adelante.
Las primeras dos horas de proyección fueron dedicadas a sus grabaciones más viejas, las primeras cuatro podría, de una u otra manera, considerarlas punks: por qué no votar por un presidente farsante en Estados Unidos. Y te demuestro que es un farsante: lo secuestro y lo torturo.
Él sentado sobre una silla con respaldo en forma de vagina y penes móviles alrededor. En otro filme un tipo punk camina por la calle, se para a ver la vida pasar, un policía lo hostiga, lo acusa de posesión de drogas y lo arresta, lo lleva a la comisaría. En ésta el jefe, un burócrata negro, regaña al policía por llevar al muchacho a lo estúpido, pero éste lo convence de que trae drogas y llamó a una señora “nigger”, lo que enoja al jefe. Golpea al muchacho y lo obliga a sentarse en una silla, sale y entra un agente que lo obliga a pararse en una mesa a base de tortura, sale, entra el jefe y lo golpea por estar en la mesa, lo obliga a sentarse en la silla, sale y entra el agente, lo golpea, la mesa… y así hasta que, completamente golpeado, el Punk recibe del agente una amenaza: le cortará los testículos y le dará un arma para que se vuele la cabeza. Le corta los testículos y le da el arma, el Punk asesina al agente y grita de dolor.
La historia se divide en dos secuencias, en una un tipo punk camina enojado por la calle, en otra su chica (no estoy segura si era mujer) sufre viendo una foto del tipo Punk y se corta las venas. Se van intercalando partes de la secuencia hasta que la chica se mata en una tina llena de agua. El Punk entra en la casa y va al baño, mientras defeca no se percata de la chica en la tina, se limpia con una imagen de Jesús doliente con la corona de espinas y por fin ve a la chica, se masturba con la boca de ésta y, en una pose estilo Batman, mira desde la azotea a la ciudad, el cadáver a sus pies.
Comienza la sección “erótica” con un tipo con la piel completamente quemada y una “odalisca” de senos grandes, besándose y acariciándose, lo que deja al espectador completamente impactado (demasiado extraño, así como atrayente); un prostíbulo de mujeres de senos grandes y demasiado vulgares, que pelean con uñas, senos y dientes por el dinero de los clientes ebrios y ricos; una mujer desnuda con grandes senos atacada por un hombre y ésta se defiende con todo lo que puede, incluso los senos; una serie de mujeres delgadas o de senos grandes y travestis frente a una cámara haciendo cualquier cosa, vestidas, semi vestidas o desnudas; un niño corriendo por un cementerio y entrando en una vagina; etc. (he aquí por qué me pregunto aún si los travestis del día anterior eran o no parte del performance).
Luego vino la charla en la que Zedd, a grandes rasgos, planteó su idea: tumbar los conceptos de “arte” y “cultura” oficiales por medio de la “transgresión” de la sexualidad, las normas de conducta, de creación, de comportamiento y demás. Todo esto realizando obras por uno mismo (pretende crear una corriente de realización “Do it yourself/Hazlo tú mismo”), sin seguir patrones preestablecidos por las academias de arte o los críticos (gente como Lars von Trier y su grupo de colegas hacen más o menos lo mismo). Como mencioné antes, terminando la charla se quejó de no ser expuesto lo suficiente. Yo me pregunto por qué no sale él mismo a las calles a exponerse: si lo que quiere es que la gente lo vea, en la calle hay mucha gente.
Por último el video de sus pinturas y la serie de televisión. Caso curioso me pareció esta serie, Electric Elf, pues duró cuatro o cinco años en un canal neoyorkino de los 90. El argumento: una elfa (en Harry Potter las llaman “elfinas”, así la llamaré), una elfina tipo El señor de los anillos, es una superheroína en, presumo, Nueva York, y su compañero fiel es un perro chihuahua (no estoy segura del sexo del perro, como pasa con casi todos los chihuahua, además de que ambos personajes usaban trajes rosas y brillosos) que habla (no existe una animación para que lo haga, todo parece ser entrenamiento del animal, lo que me pareció muy interesante); la misión encomendada de ese capítulo es rescatar a no sé qué persona importante del gobierno, quien está secuestrado por una mujer de talla grande (reflexionándolo mejor, Zedd parece tener una fijación con los senos y las tallas grandes) vestida de verde y con cabeza de gallo y plumas amarillas y verdes, un tipo gordo, negro y vestido con tiras de cuero (tipo masoquista), y un tipo flaco, feo y medio bobo; no alcanzo aún a comprender cómo pudo durar tantos años en la televisión gringa, por más mala que pueda llegar a ser cualquier producción serie B de muy bajo presupuesto es difícil que algo de tan baja calidad de producción dure tanto en el gusto de la gente (casos excepcionales, por grandiosos series B: Ed Wood, Alex de la Iglesia, Rodríguez, Tarantino, etc.).
Mi mayor cuestionamiento después de haber dado una ojeada (y una hojeada) al trabajo de Nick Zedd para mí es: ¿Por qué ha de ser llamado “arte”?, ¿Por qué, si está en contra de las normas y definiciones oficiales, quiere ser considerado “arte”?, ¿Por qué quiere ser presentado en galerías y exposiciones de arte? Y, ¿por qué los travestis y las mujeres de senos grandes como una acción reaccionaria punkunderground?
Honestamente, yo paso.