Tuvo que venir la presión desde Washington por el escándalo mediático y añejo del penoso tema de los niños migrantes para que el gobierno de México reconociera que tiene, en el sur, una frontera caótica, ilegal y desordenada por la que se cuela, desde hace décadas, no sólo la migración ilegal de Centroamérica, sino toda clase de delitos, contrabando, tráfico de armas y de personas y, sobre todo que la línea fronteriza mexicana es un territorio sin ley donde se violan todos los días los derechos humanos y se tolera y permite la peor corrupción, la violencia y degradación del ser humano en condición de migrante.

 

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Al anuncio del presidente Enrique Peña Nieto el pasado 7 de julio, en el que se esbozó el plan para empezar a ordenar el desastre fronterizo del sureste mexicano, siguió ayer el nombramiento rimbombante de un “zar” de la frontera sur que recayó en la persona del senador tabasqueño Humberto Mayan Canabal, un viejo lobo de la política, eterno y frustrado aspirante a la gubernatura de su estado, que empezó su carrera como apasionado priista para luego volverse incendiario perredista y, después de varios años redimirse y volver al redil tricolor, partido por el que hasta ayer ocupaba un escaño plurinominal por el Senado.

 

Pero la gran pregunta no es si Mayans Canabal tendrá la capacidad de “ordenar la frontera sur” y volverla un territorio donde impere la ley y se respeten los derechos humanos y la dignidad de los migrantes y las personas que por ahí transitan, tal como se lo pidió ayer al designarlo el secretario de Gobernación. La pregunta es más bien si el gobierno tendrá la capacidad de reconocer, por primera vez de manera cabal y honesta, la incapacidad que ha tenido el Estado mexicano para vigilar y controlar el territorio comprendido en los mil 200 kilómetros de línea fronteriza con Guatemala y Belice, conocida como “la frontera olvidada” por el abandono y la desidia que la volvieron una tierra sin ley ni autoridad.

 

No es suficiente con que el presidente Peña Nieto actúe movido por la presión política y diplomática de la Casa Blanca para sellar y controlar la franja fronteriza del sur y frenar el paso masivo de migrantes indocumentados de Centroamérica que buscan llegar a los Estados Unidos, incluidos los niños que viajan solos y que se han convertido en una bomba de tiempo para la administración de Barack Obama.

 

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El gobierno de México debe actuar por congruencia en su frontera sur y comenzar por reconocer que, en su abandono, ha permitido por décadas la corrupción de las propias instituciones mexicanas como el Instituto Nacional de Migración, las policías estatales y municipales que se dedican a asaltar, extorsionar y maltratar a migrantes. Y que ha tolerado, también en su incapacidad, que la delincuencia organizada, desde las mafias de traficantes de personas, hasta los cárteles del narcotráfico y pandillas como la Mara Salvatrucha conviertan a los migrantes centroamericanos en presas indefensas de sus abusos, secuestros y violaciones en territorio mexicano.

 

Cambiar la situación imperante en la frontera sureña no será labor de un solo funcionario, por más que le den poderes plenipotenciarios y lo nombren “zar” o “comisionado”, muy en la lógica de este sexenio de resolver todo con “comisiones”; reordenar toda esa zona, hacer que prevalezca la ley y controlar el flujo de migrantes es una labor de Estado que tiene que empezar por limpiar la putrefacción y corrupción en las instituciones mexicanas que hoy vigilan y controlan esa zona.

 

Ayer el secretario Osorio Chong decía que ha pedido a todos los gobernadores y alcaldes de la región de los estados de Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Chiapas, que cooperen con el nuevo comisionado Mayans para imponer el orden en la zona; pero nada dijo el titular de Gobernación de revisar los protocolos del Instituto Nacional de Migración o de otras instituciones federales que tienen injerencia en la frontera en el trato y la detención de migrantes. Para sacar a la frontera sur del olvido y el abandono habría que empezar por limpiar la casa.

 

NOTAS INDISCRETAS… A la lista de políticos que fueron balconeados en el pasado Mundial se suma ahora el senador del PRD, Mario Delgado, quien a la hora de festejar el campeonato de Alemania no se anduvo con pequeñeces y se le vio muy feliz coreando cánticos para la Deutschland campeona, nada menos que en las calles de la ciudad de Frankfurt, donde al parecer andaba de vacaciones veraniegas. Y dirá el senador que él no tiene la culpa de que sus vacaciones hayan coincidido con el campeonato de Alemania, pero no cualquiera tiene el privilegio de festejar el campeonato del mundo en el país que lo gana.

 

Una consulta formal en el Senado arrojó que el del senador Delgado no fue un viaje oficial, mientras que en su oficina, el personal secretarial y de prensa se limitó a confirmar que “el senador se tomó unos días de descanso”, aunque no quisieron confirmar si viajó a Alemania. Eso sí, los que lo vieron allá dicen que andaba de lo más contento en Frankfurt, coreando cánticos en el lenguaje germano… Se detienen los dados. Doble Serpiente.