SAINT-ÉTIENNE, Francia.- El Tour de Francia ya no teme al dopaje, al menos ese es el sentir entre los ciclistas y organizadores, que tienen que responder de tanto en tanto sobre el incómodo tema. Y es que ninguna competencia de esa categoría en el mundo del deporte ha sido tan golpeada por el tema, sobre todo desde que Lance Armstrong les tomó el pelo y se llevó siete títulos haciendo trampa.

 

Ayer el líder de la competencia, el italiano Vincenzo Nibali, se vio obligado a responder hoy a preguntas sobre el dopaje y el sombrío pasado de su equipo, el Astana, en ese capítulo.

 

“En el pasado se han cometido errores, pero es el pasado. Ahora hay una nueva generación que está demostrando que quiere cambiar el ciclismo y que se somete al pasaporte biológico, a los controles por sorpresa, incluso en tu propia casa. Creo que es un ciclismo mejor, más limpio”, afirmó el ciclista.

 

El pasaporte al que hace referencia es un sistema de registro diseñado para descubrir a quienes tratan de oxigenar su sangre por métodos artificiales, ya sea consumiendo EPO o reemplazando la sangre del atleta diariamente, cosa muy común en ese deporte.

 

Los atletas usaban su propia sangre rica en glóbulos rojos producida mediante campamentos de altura o en cámaras hiperbáricas, e incluso sangre ajena. La ventaja para un atleta en una prueba de fondo es enorme. Los glóbulos rojos son los que aprovechan el oxígeno, principal combustible en ese tipo de ejercicio.

 

El pasaporte, introducido en el Tour desde 2008, detecta cambios en los perfiles de la sangre de un atleta y se puede detectar si no la sustancia, sí sus efectos, y así pueden detectar a un tramposo.

 

El sistema no funciona para detectar esteroides u hormona del crecimiento, pero en el caso del ciclismo, como podría serlo en las carreras de fondo, sí funciona, y muy bien.

 

Nabali reconoció que “sigue habiendo casos aislados” de “imbéciles” que dan positivo, pero “sin querer ser el portavoz de todo el pelotón” afirmó que “hay una clara voluntad de cambiar las cosas”.

 

El italiano justificó su presencia en el Astana, un equipo que fue excluido en 2008 del Tour de Francia por la multiplicación en su seno de casos de dopaje, incluido el de su actual director, Alexandre Vinokurov.

 

“Si estoy en el Astana es porque ha invertido mucho en crear un equipo de italianos para devolver el crédito al equipo”, afirmó el corredor, que señaló que incluso han fichado a los entrenadores que tenía en sus anteriores formaciones “para lavar la imagen” que había.