NUEVA YORK Y RAMALA. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo al Consejo de Seguridad que espera que las negociaciones en curso en Oriente Medio logren detener pronto la violencia entre israelíes y palestinos.
“Espero y creo que estas negociaciones llevarán a resultados y terminarán los combates en un futuro muy próximo”, dijo Ban en una intervención por videoconferencia desde Ramala, donde se encuentra en el marco de una gira por la región para tratar de detener el conflicto.
Según el diplomático coreano, la “perspectiva más prometedora de alto el fuego” sigue siendo la propuesta planteada por Egipto, que por ahora Hamás no ha aceptado.
Israel aceptó el plan egipcio de alto el fuego propuesto la semana pasada, pero no Hamás, que ha impuesto una serie de condiciones como el fin del bloqueo a Gaza y la liberación de presos. Egipto defiende que su propuesta implica el levantamiento del bloqueo y no está dispuesto a enmendar dicho plan, que cuenta con amplio respaldo internacional.
En este punto coincidió con el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry. Desde El Cairo, dijo en una rueda de prensa: “Hamás tiene una elección que hacer, que tendrá una gran influencia en la población de Gaza”.
El responsable estadounidense expresó su esperanza en “hallar una solución lo antes posible”, y agregó que para ello continuarán trabajando y manteniendo conversaciones en los próximos días.
Ban Ki-moon recordó que “los niños de Gaza están viviendo el tercer gran asalto en los últimos cinco años” y aseguró que el “horror y el trastorno” que sufren es “inimaginable”.
Además, subrayó que la comunidad internacional debe “asumir su responsabilidad por lo que es el resultado de un fracaso colectivo para avanzar en una solución política al conflicto palestino-israelí”.
Las palabras del secretario general abrieron el debate sobre la situación en Oriente Medio que celebró el Consejo de Seguridad de la ONU, una sesión en la que participaron 60 países.
Soldados solitarios, héroes multitudinarios
Foto: AP
TEL AVIV. Los dos estadunidenses que murieron combatiendo en Gaza eran parte de una camada de judíos de todo el mundo que abandonan voluntariamente la buena vida en sus países para servir en el ejército de Israel.
Les dicen “soldados solitarios”, pues están lejos de familia y amigos y de las comodidades de ciudades modernas como Sídney, Londres o Los Ángeles, y aceptan la vida rústica y difícil de un combatiente israelí.
Unos 5 mil soldados extranjeros servían en las filas israelíes en el 2012, según cifras del gobierno israelí. En algunas ciudades han surgido grupos de apoyo para las familias de estos jóvenes, especialmente en estos momentos en que los combates se están intensificando.
Para los judíos que no viven en Israel, prestar servicio militar no es obligatorio. Pero para muchos, es una vocación, una manera de rendir tributo a sus raíces y sentirse unidos con el judaísmo mundial. Algunos cuentan con doble ciudadanía, otros apenas hablan hebreo y nunca habían estado antes en Israel.
Max Steinberg fue uno de los jóvenes estadunidenses que luchó por Israel. El joven oriundo de California falleció la semana pasada, a los 24 años, en el operativo israelí en Gaza.
“Cuando fue allá sintió una conexión con Israel, vio que era un país donde podía vivir, donde podía prosperar”, dijo su hermano, Jake Steinberg.
Nissim Sean Carmeli, de 21 años y oriundo de Texas, es el otro estadunidense fallecido como soldado israelí en la reciente ofensiva.
“Los soldados solitarios son como héroes en Israel”, dice un artículo en un periódico judío estadunidense, el Jewish Journal.
Añade que “para los jóvenes israelíes, ir al ejército es algo obligatorio, pero para los que vienen de la Diáspora es algo voluntario, por lo que son considerados héroes y son bienvenidos por sus camaradas, que se convierten en sus familias”.
Mike Fishbein, quien pasó su infancia en Los Ángeles, dijo que allí sentía un vacío en su identidad judía. Fue a Israel por un año para estudiar y trabajar como voluntario, pero eso sólo le profundizó más su anhelo de vivir en Israel.
“Creo en ese país, creo que en el pueblo judío y creo en el derecho de ese país de existir, así que pensé que no podía simplemente regresar a Los Ángeles”, dijo Fishbein, quien fue soldado israelí por dos años a partir del 2009.
Luego de incorporarse a las fuerzas armadas, Fishbein pasó 30 días aprendiendo hebreo con dos docenas de judíos de Panamá, Sudáfrica, Australia y otros países. Luego hizo un entrenamiento básico, que incluyó una marcha nocturna de 65 kilómetros (40 millas) por el desierto. Vivió casi cuatro meses en una tienda de campaña malgastada de la era de la Guerra de Vietnam.
Muchos soldados israelíes se preguntaban qué lo hizo dejar las palmeras y las playas californianas que ven en las películas.
“No entendían qué hacía aquí un chico de Hollywood”, comentó. “Pero si te quedas, terminan respetándote y comprenden que estamos en esto juntos, tratando de proteger las mismas cosas”.
Cuando se enteró de que los dos estadounidenses habían muerto, se sintió conmovido, relató. Siempre le costó explicar a sus amigos por qué quería servir en el ejército de Israel cuando nunca sintió el deseo de hacerlo en el de Estados Unidos.