LONDRES. El gobierno británico realizará una amplia investigación pública sobre la muerte por envenenamiento del ex espía ruso Alexander Litvinenko, ocurrida en 2006.
La decisión, en momentos de tensiones crecientes con Moscú, especialmente tras la caída del avión malasio en Ucrania, significa que los investigadores podrán indagar la posible participación del estado ruso en la muerte de Litvinenko.
“La muerte de Alexander Litvinenko fue un crimen sobrecogedor y queremos ver a los responsables juzgados por las cortes”, dijo un vocero del gobierno.
De acuerdo con el comunicado, la indagación será “totalmente independiente” del gobierno y presidida por Robert Owen, quien encabezó la investigación forense del deceso. Esta última no podía tener en cuenta pruebas secretas relativas al posible papel del estado ruso, pero la investigación pública tendrá mayor alcance y apuntará al Kremlin, es decir a Vladimir Putin.
La secretaria de Interior Theresa May hizo el anuncio ayer en un comunicado escrito.
La viuda del espía, Marina Litvinenko, quien había pedido desde hace tiempo que se investigaran los hechos en torno a la agonía de su esposo, elogió la decisión.
Tras señalar que se sentía “aliviada y encantada” por la decisión, dijo que ésta enviará el mensaje de que “por más fuerte y poderoso que uno sea, la verdad acaba por imponerse”.
La viuda cree que su marido fue asesinado por órdenes del Kremlin y ha revelado que, en el momento de su muerte, él colaboraba para los servicios de espionaje británicos MI6.
Con esta investigación, que empezará el próximo día 31, los investigadores podrán establecer si el Estado ruso estuvo implicado en una conspiración para matar al antiguo agente del KGB.
No obstante, se espera que muchas de las pruebas que se presenten en la investigación sean analizadas a puerta cerrada si afectan a la seguridad nacional británica, según los medios locales.
Un portavoz de la residencia oficial de Downing Street dijo que el objetivo es que la pesquisa termine a finales de año y que gran parte de las pruebas sean evaluadas en público, excepto las que puedan ser sensibles para la seguridad nacional.
Dos rusos, los ex agentes de la KGB Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, han sido mencionados como principales sospechosos, pero negaron toda participación en el hecho y permanecen en Rusia.
El caso provocó tensión entre los dos países, la que se ha acentuado últimamente tras el derribamiento de un avión civil de pasajeros sobre la zona de conflicto en el este de Ucrania.
Litvinenko, quien se había convertido en un enérgico crítico del Kremlin, murió tras beber té envenenado con la sustancia radiactiva polonio-210.
Hasta ayer, el gobierno británico se había negado a realizar una investigación en regla. Meses atrás, la Corte Superior sentenció que el gobierno debía reconsiderar la decisión.