Luego de varios legisladores del PRD, PT y Movimiento Ciudadano y la repetición de acusaciones, insultos y el señalamiento de traidores a la patria y sin ningún gesto del PRI o del PAN, el diputado panista Rubén Camarillo Ortega respondió y enardeció a la oposición.

 

Y eso que no dijo mucho en la sesión de ayer. Ni nada nuevo. Pero bastó dirigirse “a los conservadores de la izquierda” para enardecer a los perredistas-petistas-emecistas y arrancarles gritos, al grado de que el presidente de la mesa llamó varias veces al orden y les dijo que nadie los había interrumpido cuando ellos dijeron lo que querían decir.

 

La confrontación no fue menor. La coalición cardenista-neopopulista de PRD-PT-MC no se cansó de agredir verbalmente a los promotores de la reforma y, en efecto, nadie del PRI, PAN o Panal dijo alguna palabra. Pero fue fácil provocar a los provocadores y sacarlos de sus casillas. Los diputados panistas Camarillo y Juan Bueno lanzaron dardos que dieron en el blanco de las pasiones perredistas.

 

Lo que dijeron los panistas fue apenas una ligera raspada. Porque los legisladores del PRD y asociados acusaron a los priistas de haber hundido el sector energético, pero se olvidaron que muchos de ellos fueron corresponsables porque en esos tiempos eran también priistas: Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Ricardo Monreal, el sorprendente petista Manuel Bartlett y muchos otros incluidos, y los colosistas que avalaron reformas salinistas neoliberales y hoy son “de izquierda”.

 

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¿Dónde estaban ayer los neocardenistas opositores de hoy? Pues en el PRI. De ahí, paradójicamente que los ahora opositores hayan salido a defender los derechos sindicales de los trabajadores, que han sido otra forma de saqueo de la riqueza petrolera. Con algunos dardos tangenciales, pero al final el PRD, PT y MC evitaron una crítica real a los liderazgos petroleros, el de La Quina, por ejemplo, que al pelearse con Carlos Salinas fue protegido por el PRD y ahora a Carlos Romero Deschamps que los perredistas-petistas-emecistas no tocaron ni con el pétalo de una ironía.

 

Y lo peor de todo fue que los opositores de hoy se salieron del PRI no por los malos manejos del sector energético, sino porque el PRI les negó cargos de elección popular entregados por dedazo. Cárdenas y Bartlett querían la candidatura presidencial, Monreal la candidatura a gobernador de Zacatecas y López Obrador la de Tabasco. Y para lograrla, en sus tiempos priistas se sometieron a todos los humillantes protocolos escalafonarios. Cárdenas se merecía la oportunidad de la candidatura priista a gobernador de Michoacán en 1974, pero la recibió como regalo de López Portillo en 1979.

 

No hubo, a lo largo de las maratónicas sesiones de discusión de las leyes secundarias energéticas, ninguna autocrítica de los expriistas-neoperredistas-pospetistas acerca de su propia corresponsabilidad sobre el estado deplorable del sector petrolero. Menos hubo arrepentimientos. Como si ellos hubieran nacido a la política el día que se inscribieron en el PRD y repentinamente se dieron cuenta que el petróleo estaba siendo saqueado por los priistas.

 

¿Dónde estaban los ex priistas hoy perredistas cuando se despilfarró el petróleo durante el periodo 1978-1982? Cárdenas era gobernador y no hubo una sola palabra contra el mal uso energético. ¿Y cuándo el Ixtoc? Sólo la palabra de Heberto Castillo y la izquierda del Partido Comunista Mexicano, sin que apareciera ni por equivocación alguien del sector priista cardenista o del nacionalismo revolucionario.

 

Hoy sí. Fácil. Total, quién se acuerda. Por eso los ayer priistas y hoy neoperredistas, neopetistas o neoemecistas pueden acusar al PRI de todos los males petroleros. Es la forma de salvar sus almas.