Con la inminente aprobación legislativa de las leyes de la reforma energética, la pregunta que surge al interior de la torre de Pemex es si la petrolera del estado -léase su equipo directivo- está realmente preparada para enfrentar el vendaval de cambios y de retos que le caerán encima.

 

Y es que los cuestionamientos a la capacidad y a la pericia de Emilio Lozoya y de su equipo inmediato para manejar esta nave en medio de la tormenta, no han parado de crecer como bola de nieve.

 

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Y para muestra basta con un botón. En la última semana y media se ha reportado un importante desabasto de gasolinas en la zona metropolitana de Guadalajara -particularmente en los municipios de Tonalá, El Salto, Tlaquepaque y Tlajomulco- derivado de que 17 de las 55 pipas que alimentan el sistema de distribución de gasolinas de Pemex a las estaciones de servicio, están decomisadas en la PGR por una investigación sobre presunto robo de combustibles por parte de 19 conductores, cuestión que nunca se demostró.

 

La detención se produjo el sábado 19 de julio por empleados de Seguridad Física de Pemex, pero los 19 choferes ya fueron puestos en libertad porque un juez de distrito no encontró elementos para su detención. Sin embargo el daño en el abasto de combustibles a Guadalajara ya está hecho y aún no acaba de ser reparado.

 

Las miradas por este desaguisado mayúsculo se han dirigido hacia el general brigadier Eduardo León Trauwitz, subdirector de Salvaguarda Estratégica y responsable de la Gerencia de Seguridad Física de Pemex.

 

León Trauwitz llegó a Pemex por su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto, después de generar un fuerte malestar en la Secretaría de la Defensa ante el rápido ascenso que obtuvo de coronel a general en noviembre de 2012, y a quién se le “creó” una subdirección “ad hoc” en Pemex anunciada el pasado 14 de marzo.

 

Lo cierto es que el área de León Trauwitz nada tiene que ver con investigaciones de esta naturaleza porque su encargo es velar por la seguridad de Pemex, de sus instalaciones, directivos y trabajadores; como fue el caso de la explosión que ocurrió el 31 de enero de 2013 en una de las torres del corporativo de Marina Nacional.

 

Pero el caso de León Trauwitz es solo un botón de muestra de los delgados hilos con los que se viene moviendo la gestión de Emilio Lozoya, en momentos en que personajes como Manlio Fabio Beltrones, Gustavo Madero, Emilio Gamboa, Aurelio Nuño, Luis Videgaray y hasta Silvano Aureoles definen al “nuevo Pemex”.

 

Por estrategia política de Los Pinos o no, lo cierto es que Emilio Lozoya ha perdido peso en esta discusión y su ausencia es notable. Pero lo más significativo es que su gestión -a año y medio de haberla emprendido- sigue cuestionándose al interior de la paraestatal.

 

Quizá el enfriamiento en la relación con Luis Videgaray sea una razón de peso, porque el secretario de Hacienda es actor principal en la definición del futuro de la petrolera del Estado.

 

De hecho la reestructura corporativa de Pemex -quizá el proyecto más ambicioso y retador de Lozoya- ha sido recientemente cuestionada por Hacienda y, por ahora, está detenida.

 

Claro que la reciente caída en la producción de Pemex fue un golpe a la venta de expectativas de Lozoya y a su propio rol en la transformación de la petrolera. Así que la gente de Videgaray está revisando con lupa los costos, el momento y la dimensión de esta pretendida reestructura corporativa que implicaría -de entrada- la salida inmediata de entre 20 y 25 mil trabajadores de Pemex. Unos 11 o 12 mil de confianza y otros 10 u 11 mil sindicalizados.

 

Por lo pronto la pretendida reestructura que evalúa Hacienda podría modificarse de dos a tres grandes direcciones: Exploración, Producción y Transformación, además del Corporativo. Incluso se está evaluando añadir una subdirección de Logística a esta nueva estructura que aún no tiene fecha de arranque.

 

¿Y dónde está el piloto? Es la pregunta al interior de Pemex frente al vendaval que está a punto de estrellarse en la torre de Marina Nacional.