ATLANTA. El virus del ébola ha provocado la muerte de más de 700 personas en África y podría tener consecuencias catastróficas si se le permite propagarse, según las autoridades mundiales de salud. Entonces, ¿por qué alguien permite que estadunidenses infectados vengan a Atlanta?
La respuesta, dicen los expertos, es que el Hospital de la Universidad de Emory es uno de los lugares más seguros del mundo para atender a una persona con ébola. Prácticamente no hay posibilidad alguna de que el virus pueda propagarse desde la súper segura unidad de aislamiento del hospital.
Y hay otro punto, según afirman: los trabajadores médicos que arriesgan sus vidas en el extranjero merecen el mejor tratamiento que pueden conseguir.
El médico Kent Brantly se convirtió en la primera persona infectada de ébola en ser traída a Estados Unidos desde África. Llegó el sábado a uno de los mejores hospitales de la nación. Se espera que la cooperante Nancy Writebol llegue en los próximos días.
“Tengo confianza en que nuestro comprensible temor hacia lo desconocido no frustre nuestra compasión cuando estadunidenses enfermos regresan para atención médica a Estados Unidos”, declaró Tom Frieden, director del organismo federal Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Su agencia ha recibido “mensajes de correo electrónico desagradables” y al menos 100 llamadas de personas que cuestionan cómo se dejó a los enfermos ingresar a Estados Unidos.
La unidad de aislamiento para enfermedades infecciosas en el hospital de Emory, que se creó hace 12 años para atender a médicos que enfermaran en los CDC, es una de las cuatro que existen en el país equipadas con todo lo necesario para hacer exámenes y atender a personas expuestas a virus muy peligrosos.
En 2005, el lugar atendió a pacientes con síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés), que a diferencia del ébola puede propagarse como la gripe cuando una persona infectada tose o estornuda.
De hecho, la naturaleza del ébola —que se propaga por contacto con fluidos corporales y con la sangre— significa que cualquier hospital moderno que aplique medidas ordinarias y rigurosas para el control de infecciones tiene capacidad para atender los casos.
Sin embargo, Emory descarta toda probabilidad de peligro.
“Nada sale de esta unidad hasta que no sea infecciosa”, dijo el médico Bruce Ribner, que atenderá a los pacientes.
“El punto es que tenemos una cantidad extraordinaria de seguridad asociada con el cuidado de este paciente. Y no creemos que algún empleado de salud, algún paciente o algún visitante en nuestra instalación esté expuesto de ninguna manera al peligro de infectarse”, agregó.
Brantly fue trasladado de Africa a la base Reserva Aérea de Dobbins, en las afueras de Atlanta, en un pequeño avión equipado para contener enfermedades infecciosas; una pequeña escolta policial acompañó la ambulancia con el paciente hasta el hospital.
Brantly y Writebol trabajaban para Samaritan’s Purse en el hospital en Liberia en el que el grupo estadunidense humanitario atiende a pacientes con ébola. La semana pasada, la organización informó que Brantly, de 33 años, fue diagnosticado con la enfermedad. Luego se dio a conocer que Writebol también la contrajo.
Brantly estudió medicina en la Universidad de Indiana e hizo una residencia de cuatro años en el Hospital John Peter Smith en Fort Worth, Texas. En octubre empezó una residencia de dos años con Samaritan’s Purse como médico general en un hospital de la misión en un suburbio de Monrovia, capital de Liberia. Dirigió la clínica de ébola cuando el brote llegó a esa nación.
El sábado, Brantly salió vestido de pies a cabeza con ropa protectora blanca y otra persona, también vestida con un traje idéntico para materiales peligrosos, le sostenía de las manos, ambos con guantes, mientras caminaban con cuidado hacia el interior.
No hay cura probada contra el virus, el cual causa la muerte, según cálculos, a entre 60 y 80 por ciento de las personas infectadas. Sin embargo, los médicos estadounidenses en Africa afirman que la tasa de mortalidad sería mucho menor en un sistema funcional de atención médica.
El virus causa al infectado fiebre hemorrágica, dolores de cabeza y debilidad y en un agravamiento vómito, diarrea y problemas de riñón e hígado. Algunos pacientes sangran interna y externamente.
El ébola es considerado una de enfermedades más letales del mundo. El actual brote en Liberia, Guinea y Sierra Leona ha enfermado a mil 300 personas y matado a más de 700 este año.