En las negociaciones entre dos equipos, el jugador suele ser quien menos opina. Como mucho afirma si le interesa ir al nuevo destino, aunque ya después queda al margen del precio propuesto por unos y aceptado (o rechazado) por otros.
De tal forma que Raúl Alonso Jiménez tendría que vivir estos días de tensa espera con brazos cruzados y seño fruncido, revisando su teléfono a cada minuto, considerando qué incluiría eventualmente en su equipaje para la mudanza… En definitiva, entrenando con la mente en Oporto y las piernas obligadas a disputar lo que se le indique en el torneo mexicano.
Nada más opuesto a la realidad. Es tal la madurez de este delantero de 23 años que los días cruciales los vive haciendo lo que le ha dado celebridad: goles y gran futbol.
¿Semblante incierto? ¿Desempeño ansioso? ¿Precipitación o inestabilidad? No, al menos en la cancha.
Contra el Puebla, cotejo para el que apenas a fines de la semana pasada supimos que estaba disponible dada la demora (o caída) de las negociaciones con el Oporto, Jiménez brindó un recital. Cargó con la ofensiva de un equipo grande, fue creativo, participativo, resolutivo. Y, sobre todo, sereno, moderado. Tanto, como generoso en su derroche de agresión ante la meta rival.
Que nadie lo dude, es su hora de emigrar. La mejor versión de este medallista de oro en Londres 2012 y mundialista de pocos instantes en Brasil 2014 ha llegado. A tal proporción, que no dejo de preguntarme si Miguel Herrera se equivocó concediéndole tan escasa participación en un Mundial en el que fue siempre la segunda opción de refresco ofensivo (apenas entró de cambio al minuto 84 en el duelo ante Brasil y cerca estuvo de clavar un gol).
Todo, sin perder la perspectiva. No es lo mismo la liga mexicana que la Copa del Mundo o que el balompié europeo, pero Jiménez sigue creciendo, multiplicando sus aptitudes y confirmando que si se quedara sería para erigirse hombre clave de un dominante América. Ahora que si saliera, sería para pelear por un sitio, labor que no viene nada mal a un jugador por naturaleza competitivo.
Se argumenta que la renovación de contrato del atacante colombiano Jackson Martínez con el conjunto del norte de Portugal, sería una traba para hacer especio a Raúl Alonso. Al mismo tiempo, las posturas de los dos clubes no terminan de encontrarse; de otra forma, las Águilas no se habrían expuesto a una lesión de quien estaría cerca de reportar unos millones de dólares a la institución.
Acaso no haya mejor forma de presionar al Oporto que ésta: a fuerza de goles, demostrando que el goleador azulcrema vale mucho más que lo ofrecido y que de ninguna forma será malvendido.
Si se queda, el América es el trabuco a vencer en este Apertura 2014 (y soy de la idea de que en diciembre subirá su cotización). Si se va, será para mostrar en mejor vitrina que sus condiciones dan para mucho más.
En todo caso, es su momento.