En México, sólo se recicla sólo 10% de las 300 mil toneladas de basura electrónica, incluidos los televisores, que se desechan cada año. Lo anterior, a pesar de la existencia de leyes y normas para su manejo adecuado.

 

La disposición de este tipo de desechos está sujeta a las leyes generales para el Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) y para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), con sus respectivos reglamentos, así como tres normas oficiales.

 

El marco regulatorio responde también a los Convenios de Basilea y Estocolmo, de los cuales México forma parte y que establecen el correcto manejo y reciclado de los aparatos electrónicos, sobre todo de los materiales peligrosos, como el cadmio, el plomo y el bromo que contienen los televisores.

 

Conforme a la NOM-161-SEMARNAT-2011, los productos que al transcurrir su vida útil se desechan, como los televisores con tubos de rayos catódicos, pantallas de cristal líquido y plasma, computadoras personales de escritorio y portátiles, teléfonos celulares, reproductores de audio y video portátiles, cables para equipos electrónicos, impresoras, fotocopiadoras y multifuncionales, deben recibir un tratamiento especial.

 

Para el cumplimiento de estas disposiciones la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha autorizado a 213 empresas para el manejo de este tipo de desechos, aunque de acuerdo con el registro sólo dos se enfocan de manera particular en el reciclaje de tubos de rayos catódicos y vidrio con plomo a partir de monitores y televisores de desecho.

 

 

Arrumbados o en la basura 

 

Cada año se desechan unas 300 mil toneladas de basura electrónica, pero sólo uno de cada 10 equipos se recicla de manera correcta y los materiales tóxicos reciben un tratamiento adecuado. La gran mayoría de ellos se encuentran arrumbados en los hogares o las empresas, según diversos reportes elaborados por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).

 

De acuerdo con el estudio Los residuos Electrónicos en México y el Mundo, elaborado por el Instituto, que 40% de los aparatos permanece almacenado en casas habitaciones y bodegas, mientras que 50% llega a tiraderos o rellenos sanitarios.

 

En México no hay estadísticas definitivas sobre la cantidad de aparatos electrónicos que se desechan. Sin embargo, el mismo reporte estima que en 2006 se desecharon 166 mil 826 televisores, mientras que en 2010 la cifra fue de 194 mil 723 aparatos.

 

Ante la baja cantidad de televisores reciclados, el instituto encontró que hay dos grupos que se encargan de la recolección de dichos aparatos: el sistema de recolección de basura y los “chatarreros”.

 

El primer grupo desarma los electrodomésticos en los centros de transferencia y se canaliza a centros de reciclaje que compran el plástico, fierro, vidrio y cualquier otro componente que puedan vender.

 

En tanto, los chatarreros o acopiadores compran y venden los televisores -y otros electrodomésticos-, quienes los adquieren en hogares o en empresas que periódicamente desechan sus equipos.

 

Nancy Basurto, encargada del área de recolección de aparatos electrónicos de la empresa TBS Industries señaló que no hay mucha conciencia sobre lo que debemos hacer con la televisión vieja y preferimos venderla, sin saber cuál será su disposición final.

 

”A lo mejor queremos sacar un poquito de provecho y revenderla, sin importar que un chatarrero va a sacar lo que necesita y lo demás lo tira a la basura, sin importar que se contamina el subsuelo y al tener contacto con el agua, se emiten gases. También hay unos que se llaman brocas, ellos únicamente compran un lote y lo revenden adelantito”, dijo Basurto.

 

Esto, añadió, genera problemas ambientales, ya que las televisiones al entrar en contacto con el agua o al romperse la pantalla de cristal emiten gases tóxicos.

 

Por ello, empresas como TBS Industries se dedican a la recolección y separación de los componentes. Basurto explicó que una vez que se reciben los aparatos, los técnicos se encargan de separar los componentes: plástico con plástico, fierro con fierro, tarjeta con tarjeta.

 

Ya separados, los residuos se trituran y se juntan en pacas, que posteriormente son enviadas a Filadelfia para fundirse, “porque México no cuenta con el equipo para el último paso que es la fundición, porque se desprenden gases que son cancerígenas. En Estados Unidos tenemos cámaras especiales para que los gases no nos afecten al organismo”.

 

Una vez fundidos los componentes, éstos se utilizan en la elaboración de nuevos materiales: del plástico se pueden hacer contenedores o utilizarse para el asfalto; con el fierro se generan tachuelas, tornillos o clavos; con el aluminio se pueden hacer láminas y el oro sirve para hacer joyería.