El eslogan gubernamental de que “México se mueve” se estrella con la realidad de la situación de los bolsillos de miles de familias mexicanas cuya capacidad de consumo se ha paralizado. Así lo muestran una serie de indicadores que miden periódicamente el consumo de las familias.

 

Uno de estos indicadores es el comportamiento del crédito que otorgan los bancos privados a las familias. Si bien en México el grado de penetración de los servicios bancarios en la economía es aún relativamente reducido en comparación con otras economías latinoamericanas (los créditos al sector privado representan 18% del PIB, frente al 66% en Chile) el comportamiento del crédito que se canaliza a las familias se ha expandido en los últimos años, particularmente el crédito al consumo -vía tarjetas de crédito- y a la vivienda.

 

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Y es aquí, precisamente, en donde se encienden los focos amarillos sobre lo que ha venido ocurriendo con las finanzas de las familias deudoras.

 

Y es que la cartera vencida de estos créditos viene incrementándose a un ritmo ya preocupante no sólo para los banqueros -quienes otorgan estos créditos y deben crear reservas para enfrentar pérdidas contingentes- sino a nivel macroeconómico.

 

Un par de datos lo ilustran. El índice de morosidad del crédito bancario al consumo de las familias (es decir, la cartera vencida como proporción de la cartera crediticia total) es actualmente de 5.22% y, específicamente, el de tarjetas de crédito alcanza 5.51%. Lo preocupante es que estos índices que miden el crecimiento relativo de la cartera vencida vienen incrementándose a un ritmo superior al 10% anual, muy por encima del crecimiento de la economía y de la colocación de créditos en general por parte de la banca privada.

 

Lo mismo viene ocurriendo con los créditos personales, cuya tasa de morosidad a junio pasado era de 7.99%, según las cifras de la CNBV, cuando hace un año este índice fue de 7.37%. El crecimiento ha sido incesante en los últimos meses.

 

Y claro, como era de esperarse, hay una fuerte desaceleración en el crecimiento de los créditos al consumo por parte de las familias. Hace un año estos créditos crecían a una tasa superior al 15%, y ahora en conjunto lo hacen apenas a 8% con una tendencia descendente. Sin embargo, los créditos concedidos vía tarjetas de crédito apenas crecieron al 5% en junio pasado, la menor tasa en lo que va del año y una de las más bajas después de la crisis de 2009.

 

Menos demanda de crédito bancario para consumir y más créditos vencidos son la fotografía de una economía familiar en estancamiento, en el mejor de los casos, que aún no logra salir del atolladero a pesar de la mejoría reciente en los datos del empleo formal; pero que aún luce insuficiente.

 

Así que si bien la propaganda gubernamental en los medios de comunicación ruge con aquello de que “México se mueve”, la economía familiar de miles de hogares no lo ha sentido aún.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

1. Por cierto, los economistas de la CEPAL también pronostican que México crecerá 2.5% en el año, ligeramente por arriba del 2.2% de la región. Aunque, claro, este último promedio es algo engañoso si se toma en cuenta que Venezuela y Argentina viven situaciones de crisis que han paralizado sus economías. Para Venezuela se espera -0.5% y para Argentina 0.2% en el año.

 

2. La advertencia del gobernador de California, Jerry Brown, cayó como balde de agua fría en las élites del gobierno, cuando les dijo a los senadores que si no hay mano dura con las compañías de petróleo privadas que llegarán con la reforma, “se los van a comer vivos”. La pregunta es a santo de qué o de quién el gobernador Brown hizo la advertencia.

 

3. Ya algunos comentan que si el gobierno -a través de Capufe- no puede meter orden con los proveedores del telepeaje en las carreteras (IAVE), imagínese lo que ocurrirá con los reguladores que tendrán enfrente a los gigantes de la energía y las telecomunicaciones. Veremos.