A lo largo de la interpretación, Bruno expone que el cuerpo puede sufrir esta violencia debido a su valor social e identidad que se forman desde afuera. De ahí la importancia de la participación de los asistentes: la sociedad que configura la identidad.
El público se vuelve realmente público, ya que acciona y se apropia del espacio, no sólo del lugar, sino del cuerpo que está en escena. Es una experiencia catártica sobre la formación de comportamientos sociales, así como la adaptación a ellos.
La comodidad, el enfoque y la posición para ver la escena es decisión de quien la aprecia, no hay butaca asignada. Surge un juego de libertad y de adaptación en la movilidad del público. Se ven quebradas etiquetas y categorías sobre género, sexualidad, cuerpo, privacidad y moral. A pesar del amplio cuestionamiento que puede generar, no pierde la atención de la gente. La
Hace física la emoción, marca el enfrentamiento con los estigmas y estereotipos de la sociedad que nos envuelven y atan con lazos y nudos. Amarres interminables que hace uno mismo y el jadeo interno exaltado que refleja el cansancio absoluto de lo “establecido”.
Aspectos de la teoría queer se ven desarrollados en Revenge…, la cual muestra que las representaciones del cuerpo y la moral son creadas por la sociedad y la historia; éstas se aprenden de generación en generación, nulificando nuestra voluntad. Justo esta propuesta escénica busca despertarla e invitar a la reflexión.
Revenge Porn. La invasión de la Privacidad se ha presentado en festivales y espacios contraculturales, como el festival Bataclán Internacional, el cual se enfoca en el arte porno-erótico. Tras su temporada en el Teatro de la Ciudad, realizará otras presentaciones en Puerto Vallarta y Querétaro, para volver a la ciudad a principios de agosto en el foro del Centro Cultural España.