Hoy, ante un selecto grupo de invitados en Palacio Nacional, el presidente Enrique Peña Nieto promulgará las 21 leyes secundarias que implementarán las reformas constitucionales en materia energética aprobadas por el Congreso en diciembre pasado.

 

La reforma energética -la “madre” de las reformas económicas que Peña Nieto había planteado desde su campaña presidencial- se puede sintetizar en dos pilares: La apertura a la inversión privada y extranjera en materia de hidrocarburos, y la ruptura del monopolio de Pemex.

 

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Un cambio histórico que por décadas el PRI en el gobierno se había negado siquiera a debatir y que ahora -14 años después- se da como consecuencia directa de la alternancia política del 2000, cuando el PRI perdió la presidencia de la República y, también con ella, vino la devaluación de los viejos ideólogos del partido.

 

Ante el deterioro en la producción petrolera y en las finanzas de Pemex, los gobiernos panistas de Fox y Calderón buscaron infructuosamente modernizar al monopolio petrolero, pero la oposición priista en el Congreso lo impidió.

 

La derrota electoral del PRI dio lugar al fortalecimiento del pragmatismo del círculo de Atlacomulco, por lo que su regreso a la Presidencia se dio bajo la bandera de enarbolar las grandes reformas económicas del país y decidió que sería la apertura del mercado de hidrocarburos su máximo símbolo sexenal.

 

Por eso fue Peña Nieto quién apostó todo por la reforma energética y la oposición lo sabía de allí que logró importantes concesiones no solo para un PAN que amplió espacios para la inversión privada en el sector y mayores controles a Pemex, sino también para una izquierda que hizo “su” reforma fiscal y logró concesiones del partido en el gobierno en la reforma político-electoral.

 

Por la importancia de los cambios legales logrados en estos 21 meses de gobierno, para Peña Nieto este es su día. De esos días en los que se pronuncian discursos que deberían marcar un antes y un después. Y es que pocas veces, como ahora, un Presidente mexicano ha tenido el cúmulo de nuevas herramientas legales a la mano para iniciar un verdadero proceso de transformación económico y político del país.

 

Con el discurso de hoy -del que aún no sabemos si realmente marcará un antes y un después- el Presidente concluye la primera etapa de su gobierno y se abre una nueva etapa, la de ejecución, que es la que realmente comenzará a mostrar el avance de los cambios prometidos.

 

Dos tareas fundamentales quedan por delante en materia petrolera y que ahora nos atañe: El proceso de licitaciones de los contratos para la exploración y explotación de hidrocarburos, y la transformación corporativa de Pemex.

 

De las características del primero, dependerá realmente el interés de los inversionistas privados -extranjeros y nacionales- y, por lo tanto, del éxito inmediato de la reforma constitucional. Por eso el número de interesados en participar en las licitaciones y el atractivo de las posturas que se presenten serán el termómetro para el futuro de la ‘madre’ de las reformas de Peña Nieto.

 

No hay que olvidar el fracaso que supusieron los llamados “contratos incentivados” que introdujo el gobierno del presidente Calderón en 2008 para impulsar la inversión privada en hidrocarburos, o los pobres resultados anteriores con los “contratos de servicios múltiples” durante el gobierno de Fox. En ambos casos se desdeñó la enorme competencia que existe en el mundo por la inversión petrolera con esquemas poco atractivos para los capitales.

 

Pero además de las licitaciones, también las primeras acciones en torno a la transformación corporativa de Pemex, al adelgazamiento de su plantilla laboral, a la modificación de su contrato colectivo de trabajo, al perfil de sus nuevos consejeros independientes, a la nueva relación con sus proveedores, así como a la política de transparencia en su toma de decisiones; nos darán una idea inmediata de si el gobierno tiene serias intenciones de ejecutar un cambio de fondo en la petrolera estatal.

 

Así que si bien los cambios constitucionales y de leyes secundarias en materia energética aprobados por el Congreso son un hito histórico, serán letra muerta si no desatan el cambio que potencialmente encierran. Y de ello seguramente le daremos cuenta muy pronto porque las acciones de ejecución en algunos de estos ámbitos, son inmediatas y urgentes.

 

De una tercera etapa -la de resultados concretos de la reforma energética en beneficio de la economía y del desarrollo- habrá que esperar un poco más de tiempo; aunque ésta será la verdadera evaluación de la mayor reforma económica emprendida por el gobierno que encabeza Peña Nieto y de la que pende su éxito.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

Terminado el ciclo de aprobación de reformas estructurales en el Congreso, con la cercanía del informe presidencial y las elecciones que se avecinan, crecen las versiones sobre la primera andanada de cambios en el Ejecutivo. La salida de Ildefonso Guajardo de Economía a la candidatura de Nuevo León, que finalmente la secretaria Mercedes Juan dejará la cartera de Salud, que Claudia Ruiz Massieu dejaría Turismo, e incluso que Emilio Lozoya migrará de Pemex.