Ha comenzado a pavimentarse el camino para que Interacciones fusione a Banorte, uno de los mayores grupos financieros del país.
Las recientes versiones periodísticas sobre las fuertes discrepancias de un grupo de consejeros de Banorte con Guillermo Ortiz -situación que ya viene tejiéndose desde hace tiempo- revelan el clima de confrontación que se vive en la institución financiera y que derivaría en la eventual salida de Ortiz de la presidencia del grupo.
De concretarse, es altamente probable que el relevo en la presidencia recaiga en un miembro de la familia González, que posee alrededor del 19% de las acciones, en lo que sería un paso más hacia aquella frustrada fusión pretendida en 2003 por Carlos Hank Rhon, el presidente del Grupo Hermes y esposo de Graciela González Moreno.
Ya a finales de 2012 -cuando habían transcurrido poco menos de cuatro meses del fallecimiento de Roberto González Barrera- llegaba Carlos Hank González a una vicepresidencia creada ex profeso en Gruma para el nieto de Don Roberto y actual director general del Grupo Financiero Interacciones. Una demostración de la influencia que ejerce su madre, Graciela González, y, por supuesto, del propio Carlos Hank Rhon en las decisiones estratégicas de los negocios que heredó Roberto González Barrera.
Como ya decíamos a finales de 2012 a propósito de esa noticia, la llegada de Carlos Hank González a Gruma, en calidad de vicepresidente, no se puede ver más que como la consolidación de la familia González Moreno en el control de la mayor empresa de harina de maíz y de tortilla del mundo, pero también como la “cabeza de playa” de los Hank para el desembarco en el emporio empresarial que construyó Roberto González Barrera y que incluye, evidentemente, al grupo financiero Banorte, una de las joyas del sistema bancario del país.
En aquel momento, la entrada al Consejo de un banquero joven como Hank González tenía la intención -además de consolidar a la familia González Moreno y a los Hank en el control operativo de Gruma- de fortalecer la estrategia financiera de la empresa agroalimentaria.
Desde ese momento, al poco tiempo de la muerte de Don Roberto, ya se perfilaba la influencia del joven banquero, quien por un corto tiempo ya había ocupado la dirección general adjunta por disposición de su abuelo cuando se pretendió fusionar a Interacciones con Banorte en 2003.
Pero el 30 de septiembre de aquel año un comunicado anunció el rompimiento. No se trató de un simple “no nos pusimos de acuerdo en el precio”. Se trató de un rompimiento familiar que -todo hizo suponer- trajo como telón de fondo conflictos de carácter político. Y es que en medio de todo esto se encuentra la enorme cercanía que ambas familias han tenido a lo largo de los años con el ex presidente Carlos Salinas y con su hermano Raúl. De hecho llamó la atención que inmediatamente después del anuncio de la ruptura de las negociaciones, Interacciones otorgó un crédito por 60 millones de pesos al PRI, que encabezaban Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, personajes cercanos al ex presidente.
La cercanía entre ambos también se mostró en el hecho que Roberto González tuvo una relación de trabajo con el padre del ex presidente, quien fue su asesor en Maseca. Y claro, en 1991 González Barrera obtuvo Banorte durante la privatización bancaria que impulsó Carlos Salinas y que operó Guillermo Ortiz en su calidad de subsecretario de Hacienda. Pero fueron los eventos posteriores al mandato de Salinas los que confirmaron definitivamente esta cercana relación. En 1995, cuando el ex presidente intentó obtener la libertad de su hermano Raúl, amagando con una huelga de hambre en Monterrey, salió de Toluca hacia la norteña ciudad en un avión propiedad de Roberto González Barrera. Y mas adelante el mismo presidente de Maseca y Banorte salió al paso de las imputaciones en contra del hermano del ex presidente, al confirmar que él había entregado algunos millones de dólares a Raúl Salinas de Gortari para que los administrara.
Sin embargo, esta aparente sólida relación entre los Salinas de Gortari y González Barrera se rompió y la compra de Banorte habría sido una de las causas.
La muerte de Roberto González Barrera en agosto de 2012 no sólo no ha acallado esa vieja y frustrada intención que terminó por separar a los Hank de González Barrera, sino que la ha revivido. De hecho para un puñado de cercanos a la operación de Banorte la posibilidad de que la fusión se concrete en un tiempo no muy lejano “sigue más viva que nunca” por las mismas razones por las que se planteó en 2003.
Ahora la eventual salida de Guillermo Ortiz -designado por Don Roberto y con quien mantuvo una muy cercana relación prácticamente desde la privatización de la banca y durante todos sus encargos públicos- allana el camino para una eventual fusión con el grupo que preside Hank Rhon.
Pero esta historia -tejida de éxitos financieros, de hilar fino en las relaciones políticas y de una férrea administración de Don Roberto, se escribió lentamente en los últimos años. Ahora, con su ausencia, el desenlace corporativo podría acelerarse.