GAZA. Animado por el nuevo alto el fuego, Mohamad al Wadiya, empresario de 30 años, decidió hoy romper el segundo de sus miedos: tomar el coche y acercarse a calibrar los daños sufridos por la fábrica familiar tras más de un mes de intensos combates y bombardeos israelíes.

 

Aunque su acción no suponía, en realidad, novedad alguna -ya había pasado por una experiencia similar en 2009-, una intuición particular le inducía a temer que en esta ocasión volver a empezar quizá fuera más traumático.

 

«Habíamos conseguido reconstruir todo y reabrir la fábrica hace dos meses, después de que en 2009 quedara totalmente destruida en la operación israelí», explica a Efe junto a los restos de lo que hasta hace poco era una cadena de producción de patatas fritas y otro tipo de aperitivos.

 

Situada en el este de la ciudad de Gaza, escenario de escaramuzas y operaciones de los carros de combate israelíes, el edificio no es ya más que un amasijo de máquinas polvorientas e infraestructuras derruidas en medio de un erial de escombros.

 

A su alrededor, decenas de estructuras más, solares y viviendas, asemejan un ruinoso desfile de esqueletos de hormigón, heridos por miles de impactos de bombas, balas de gran calibre y proyectiles de mortero.

 

«Teníamos una ilusión que ahora nos ha sido arrebatada. Estábamos felices porque en junio habíamos acabado la reconstrucción y un mes después, las tropas israelíes la destruyeron de nuevo», explica con pesar.

 

«Ni siquiera hemos podido recuperar las pérdidas que sufrimos en la anterior guerra», agrega Al Wadiya, quien acusa a Israel de esconder, tras sus objetivos bélicos, una estrategia para acabar de forma sistemática con la industria y la economía gazatí.

 

«Israel dice que esta guerra se dirige contra las milicias y (el movimiento islamista) Hamás, pero ni esta ni otras muchas de las fábricas destruidas pertenecen al grupo, así que su objetivo debe ser mantener nuestra economía débil y fracturada», argumenta.

 

«En esta fábrica, cien trabajadores daban de comer a un centenar de familias. Ahora que está destruida, estas familias no tienen cómo ganarse la vida. No sé de que cantidad exacta podemos hablar, pero calculo que las pérdidas ascienden a cinco millones de dólares», recalca.

 

Su situación se repite de forma dramática en la Franja, donde barrios enteros han sido reducidos a cascotes desde que el pasado 8 de julio el Ejército israelí emprendiera una ofensiva militar que ha supuesto la muerte de más de mil 900 palestinos, el 75 por ciento de ellos civiles.

 

La destrucción y el número de víctimas mortales se multiplicó de forma exponencial dos semanas después, una vez que el Gobierno israelí dio luz verde a una incursión terrestre que ha significado la muerte de 64 soldados israelíes.

 

Además, un civil israelí, un beduino y un trabajador extranjero han perecido a consecuencia de los más de tres mil 500 cohetes que las diversas milicias palestinas han lanzado contra territorio israelí.

 

Según las autoridades en la Franja, el mes de combates ha arruinado la frágil agricultura que se desarrollaba, reducido a cenizas el débil tejido industrial y asfixiado el escaso comercio, con unas pérdidas económicas cercanas a los cinco mil  millones de dólares.

 

Ese es el cálculo que esta semana presentó Mufid Hasayna, ministro de Vivienda e Obras Públicas del gobierno de unidad transitorio palestino.

 

«Alrededor de 40 mil construcciones de todo tipo han sido destruidas o quedado severamente dañadas. Grosso modo, creemos que las pérdidas pueden superar los cinco mil  millones de dólares», explicó a los medios en Gaza.

 

«Cinco mil 238 viviendas han sido destruidas por completo, 30 mil  han sido dañadas pero aún son habitables, y cuatro mil 374 han sufrido daños mucho más severos que las hacen inhabitables», agregó.

 

Además, «unas 250 industrias, comercios e infraestructuras agrícolas han quedado inútiles», subrayó Hasayna, quien recordó que más de 250 mil  personas se han visto obligadas a desplazarse de sus hogares y necesitan ayuda para subsistir.

 

Yaysir Amro, viceministro de Economía en el mismo gobierno, precisó que de esas pérdidas, cerca de tres mil  millones corresponden a la industria y a la agricultura.

 

«Durante estas últimas cinco semanas, el ciclo productivo ha estado totalmente paralizado. Sectores como la agricultura, la pesca y la industria no han funcionado. A todo ello hay que añadir el enorme daño sufrido por infraestructuras fundamentales como la electricidad y el agua», afirmó.

 

Una coyuntura que hace que, según Amro, la tarea de reconstruir la Franja se antoje esta vez titánica, e imposible si Israel no levanta el bloqueo económico y el asedio militar que impone desde hace siete años a los dos millones de personas que allí malviven.

 

«El bloqueo debe acabar, es lo que pedimos todos los palestinos. Es ilegal e inhumano. Aun así, volveremos a intentarlo. No queda más remedio, la reconstruiremos otra vez», apostilla Al Wadiya con los dientes apretados. GH