Festival del deporte con aroma de café, con dejo de vainilla, con un chorro de leche que cae desde las alturas para completar la taza lechera. Festival del deporte a ritmo de son jarocho, que va y viene como huapango o fandango, que vibra con marimba y jarana. Festival del deporte casi siempre viendo al Golfo de México, pero también al monte y la variedad geográfica del estado. Festival del deporte a menos ya de 100 días.
La vigesimosegunda edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe está a tres meses de arrancar en Veracruz y los preparativos se encuentran en un punto culminante.
La mayor preocupación que debe de tener cualquier sede que vaya a albergar un evento deportivo es el día después del mismo.
Sobre todo cuando a 10 años de los Juegos de Atenas volvemos a ver imágenes de la alberca olímpica vacía y muchas instalaciones en total abandono, sin nadie que efectúe deporte en ellas y sin recursos para su mantenimiento. Sobre todo tras un Mundial de Brasil en el que ha quedado una inmensa duda respecto a quién usará estadios como los de Brasilia, Natal, Manaos, Cuiabá, localidades donde no existen siquiera equipos de segunda categoría. Sobre todo al enterarnos de que el imponente Nido del Ave de los Olímpicos de Beijing tiene hoy muchísimo más trabajo para visitas guiadas que para recibir certámenes atléticos.
Por ello, esa fue mi primera pregunta al recorrer las instalaciones donde seis mil atletas de 31 países competirán en 36 deportes a lo largo de Veracruz: ¿qué acontecerá llegado diciembre y terminados los Centroamericanos?
La realidad es que si el comité organizador y las autoridades del estado veracruzano logran hacer exitoso su proyecto, no habrá desperdicio y sí una poderosa infraestructura que propicie el desarrollo de talentos locales. Su compromiso y la exigencia radican precisamente ahí: que cada escenario se utilice y cada recurso se maximice tal como se ha planificado. Ojalá que así sea.
Son apenas nueve las sedes nuevas, al tiempo que 16 han sido remodeladas o adaptadas y 10 tendrán existencia temporal (en ese renglón entran voleibol de playa, ciclismo de montaña, remo, maratón, vela).
El ejemplo más claro puede ser el Velódromo que se está erigiendo en Xalapa, acaso el inmueble más imponente para estos Juegos Centroamericanos y del Caribe, con capacidad para posteriormente convertirse en centro de convenciones en esa capital.
El camino todavía será intenso con la mayoría de las obras programadas para entregarse entre septiembre y octubre, incluido el aeropuerto. Durante mi visita, el estadio Luis Pirata Fuente era repintado, así como al Auditorio Benito Juárez de baloncesto se le añadía una cancha de calentamiento. El estadio de beisbol Beto Ávila cambiaba su rostro, lo mismo que la Arena Veracruz y el Centro Acuático Leyes de Reforma.
Es el momento de estos Juegos, los más viejos, sólo superados en antigüedad por los propios Olímpicos. Es el momento de que con sabor a café, con son jarocho y viendo a San Juan de Ulúa en las aguas, disfrutemos de un gran evento deportivo en nuestro país. Es el momento de Veracruz.