CIUDAD DEL VATICANO. El Papa Francisco envió una carta al presidente de Irak, Fuad Masum, en la que pidió resolver la “crisis humanitaria” que afecta a los cristianos y a otras minorías del norte del país, víctimas de autodenominado Estado Islámico.
“Me dirijo a usted con el corazón lleno de dolor mientras sigo el brutal sufrimiento de los cristianos y de otras minorías religiosas obligadas a dejar sus casas, mientras sus lugares de culto son destruidos”, indicó el mensaje.
El Papa Jorge Mario Bergoglio renovó su llamado a todos los hombres y mujeres que tienen responsabilidades políticas para que usen todos los medios a disposición para brindar seguridad a las personas inocentes.
Recordó que envió a Irak al cardenal Fernando Filoni, uno de sus colaboradores en el Vaticano, para que exprese su preocupación y la de toda la iglesia católica, “por el sufrimiento de aquellos cuyo único deseo es vivir en paz, en armonía y en libertad en la tierra de sus progenitores”.
Apuntó que “en estos trágicos momentos”, él expresa su gratitud por todo lo que el pueblo iraquí puede hacer por aliviar el sufrimiento de sus hermanos y hermanas.
Este jueves Filoni fue recibido por Francisco, luego de haber viajado a la región de Kurdistán, donde visitó varios campos de refugiados, a personas que han dejado sus casas y su tierra para huir del avance del Ejército Islámico, que controla diversas zonas del norte del país.
Según el religioso, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos del Vaticano, durante el encuentro con el Papa más que hablar sobre todo escuchó su relato de la situación.
Filoni advirtió que es necesario crear un “cinturón de seguridad” para los refugiados, que ascienden a miles y han ocupado cada uno de los lugares que les han puesto a disposición, desde habitaciones rústicas hasta simples prados.
“Esta gente tiene necesidad de sentir nuestra solidaridad, realizada no solamente con las palabras, o de ayuda de tipo económico. Sus problemas no son una cuestión de personas lejanas que al final no nos tocan, no nos competen”, dijo a la Radio Vaticana.
“Su deseo es que nosotros nos hagamos cargo de un afecto, de una cercanía, de una ayuda, de un apoyo que vaya más allá de las cuestiones materiales y de las palabras mismas. Es una tarea que como Iglesia debemos asumir”, apuntó.
MG