El asesinato del periodista estadunidense James Foley a manos de un grupo yihadista en Siria, atrajo la atención del mundo entero sobre la violencia y las amenazas a las que se enfrentan a diario los profesionales de la comunicación en lugares como Oriente Medio y, desde luego, México.
Vestido con una bata color naranja, rapado e hincado en medio del desierto sirio, despidiéndose de su familia antes de ser decapitado por un extremista islámico, fue la última imagen con vida del reportero de guerra, difundida a nivel global este martes.
Un día antes y a 12 mil kilómetros de distancia, la reportera Hylcia Trujano Hinojosa permanecía hospitalizada de emergencia tras ser apuñalada en su domicilio en Xalapa, Veracruz, por un supuesto robo. Y un día después, este miércoles, la periodista Marlen Váldez murió en Monterrey a consecuencia de una herida con un cuchillo provocada por un ataque.
“En México, las agresiones y asesinatos contra periodistas es un fenómeno recurrente de violaciones a los derechos humanos y restricciones al ejercicio informativo, vinculado sobre todo a un fracaso de la gobernabilidad en el país”, dijo a 24 HORAS Erick Fernández Saldaña, internacionalista de la Universidad Iberoamericana.
De acuerdo con el Índice de Impunidad del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ,por sus siglas en inglés), México ocupa el séptimo lugar entre los países con mayor número de crímenes contra comunicadores, sólo dos sitios detrás de Siria, donde fue asesinado James Foley.
“A veces nuestra mirada prioriza eventos que se vinculan a procesos de guerra, en donde están puestos los ojos de toda la prensa internacional, y nos olvidamos de lo que pasa en la escena nacional, lo que no ayuda a generar mejores condiciones críticas de lo que acontece en el país”, añadió el especialista de la Ibero.
Al menos 10 periodistas han sido asesinados en México desde el inicio de la actual administración, lo que eleva a 102 el saldo desde el año 2000, según cifras de la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Libertad de Expresión.
Para Fernández Saldaña, estas cifras indican que los mexicanos “no estamos en el mejor lugar para la libertad de expresión, por el contrario, nos hablan del deterioro de las libertades civiles y de los derechos humanos en nuestro país”.
El especialista subrayo que quienes atacan a reporteros y medios de comunicación, en México o cualquier parte del mundo, saben del papel central que tienen los profesionistas de la comunicación como intermediarios de la realidad y la sociedad: “no son ciudadanos estrictamente, no son políticos, sino que cumplen un como mediadores entre el poder y la ciudadanía”.