GAZA. Finalmente, el grupo islámico Hamas reconoció la autoría del secuestro y posterior asesinato de los tres jóvenes israelíes, que se encontraban en Cisjordania al ser capturados el 14 de junio, lo que dio lugar al inicio de la operación Margen Protector por parte de las Fuerzas de Defensa (FDI) en la Franja de Gaza.

 

 

“La lucha de nuestra nación se ha expandido para incluir a todas las áreas que han sido ocupadas, y la más destacada fue el acto heroico ejecutado por las Brigadas Al-Qassam: el secuestro de los tres colonos en Hebrón”, afirmó en una conferencia en Turquía Salach Al-Aruri, uno de los mentores del brazo armado del movimiento islámico.

 

 

El líder de la organización se refiere a Eyal Yifrach (19), Gilad Shaar (16) y Naftali Fraenkel (16).

 

 

Al-Aruri se refirió a la ofensiva israelíque le siguió al asesinato de los tres adolescentes. “Se ha dicho que se trata de una conspiración israelí, pero yo digo que no lo es”, agregó.

 

 

Para que no quedaran dudas, el líder del movimiento señaló que las Brigadas Al-Qassam, el brazo armado de Hamas, fueron las que llevaron a cabo el secuestro “en una muestra de apoyo a la huelga de hambre de los presos” encarcelados en Israel.

 

 

Las declaraciones fueron hechas durante un evento organizado por la Asociación Mundial de Académicos Musulmanes.

 

 

Hasta ahora, Hamas se ha había abstenido de asumir la responsabilidad por el secuestro y asesinato, a pesar de que había expresado su apoyo al ataque, pero Al-Aruri, líder del grupo exiliado en Cisjordania, es el primer miembro en adjudicarse la responsabilidad.

 

 

Por otra parte, tres líderes militares de alto rango de Hamas murieron en un ataque aéreo israelí en la Franja de Gaza. Hamas dijo en un mensaje de texto enviado a los medios de comunicación que los tres —Mohammed Abu Shamaleh, Mohammed Barhoum y Raed al-Attar— murieron en el ataque aéreo cerca de la ciudad sureña de Rafah.

 

 

Se consideraba que estaban en los niveles superiores de la cúpula militar de Hamas. Al menos seis personas murieron en el ataque israelí, informaron las autoridades palestinas.

 

 

La policía dijo que el ataque destruyó una estructura de cuatro pisos y que los equipos de rescate siguen buscando personas atrapadas entre los escombros.

 

 

El ataque fue uno de los 20 que el ejército israelí lanzó desde la medianoche del miércoles, y se produce tras la ruptura de las negociaciones mediadas por Egipto.

 

 

Asimismo, Israel aseguró haber abatido a seis terroristas de la Yihad Islámica que estaban “preparados para disparar cohetes contra Israel”.

 

 

Las conversaciones buscaban producir una tregua a largo plazo después de más de un mes de combates que han dejado más de dos mil muertos palestinos, la mayoría, civiles. Del lado de Israel han muerto 67 personas, todos soldados, a excepción de tres civiles.

 

 

 

Netanyahu, en su laberinto

 

 

JERUSALÉN. Físicamente cansado tras más de seis semanas de conflicto, y con el marchamo de garante de la seguridad de Israel arruinado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, busca aún una solución que le permita salir “airoso” de una cruenta guerra en Gaza que muchos consideran ya su tumba política.

 

Netanyahu no es un dirigente cualquiera. Ya cuando accedió a la cúspide política, el panteón de la historia le tenía un puesto reservado: en 1996 entró en los anales como el primer jefe de gobierno nacido en el joven Estado de Israel.

 
Ex oficial y veterano de guerra -como casi todos los políticos israelíes-, en 2013 sumó otro hito histórico: se convirtió en el segundo primer ministro elegido para un tercer mandato, honor hasta entonces reservado al considerado padre de la nación, David Ben Gurión.

 

Al tercer mandato llegó con un mérito esplendoroso en su programa, muchas críticas sobre su visión económica y una carga que los analistas nacionales advirtieron sería muy pesada y compleja de gestionar.

 

El mérito, su aureola de patrón de la seguridad: durante las dos primeras legislaturas (1996-1999 y 2009-2013) Israel mantuvo una cierta calma, solo interrumpida casi al final del segundo mandato con la operación militar “Pilar Defensivo” en Gaza, lanzada con los mismos objetivos que la actual.

 

El lastre, lo heterogéneo de una coalición de gobierno en la que por vez primera en años estaban ausentes los ultraortodoxos y en la que habían entrado con fuerza elementos ultranacionalistas y pro colonos.

 

Un sector, liderado por el actual ministro de Economía, Naftalí Bennett, que confirmó la progresiva “derechización” que sufre el país.

 

Y que en el último año ha marcado gran parte de la agenda política, apoyado por el ultraderechista ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, y la sección más dura del Likud.

 

Contrarios a la negociación y favorables a la ampliación de las colonias, Lieberman y Bennett han sido señalados como la mano que condujo al fracaso del último diálogo con los palestinos promovido por EU, y que ha deteriorado las relaciones con Washington.

 

Netanyahu lo gestionaba con tacto, sabedor de la oposición de la ultraderecha, hasta el punto de que el pasado viernes el propio Lieberman le acusó de ocultarlo durante una tensa reunión de gabinete en la que sacó su propia copia.

 

 
Periodistas de prestigio como Amos Harel, del diario progresista “Haaretz”, creen que la renovada confianza de Netanyahu proviene de la creencia de que, como Teseo, ha encontrado el hilo que le conducirá a la salida del “laberinto de mazes” -aquel que tiene varias puertas y caminos divergentes- al que fue arrojado.

 

Según Harel, cuya tesis comparten numerosos analistas, “el primer ministro ha estado todo este tiempo ignorando las propuestas de los halcones del gabinete que pedían destruir el gobierno de Hamás” en espera de un golpe que cambiara el viento.

 

El objetivo, agrega, era que “Hamás volviera a la mesa de negociación con su capacidad operativa socavada”.

 

Si lo logra, afrontará entonces otra dura batalla: cabildear para que aquellos que le sostienen en el gobierno -Lieberman, que días atrás rompió la alianza electoral que ambos compartían, y Bennett- no le obliguen a abandonar su tercer e histórico mandato.