Con dinero de la sociedad aportado presupuestalmente -más de 35 mil millones de pesos anuales-, la UNAM apuntala con su nombre a un equipo de futbol de primera división que anda por los suelos y que sólo le aporta desprestigio a la comunidad universitaria.
Acostumbrado a meterse en todos los moles, el rector de la UNAM, José Narro Robles, ha sido marginado de cualquier decisión del equipo de futbol con el pretexto de que existe un patronato que maneja los recursos. Sin embargo, el nombre de la UNAM aparece en todos los enjuagues del futbol de primera división que maneja el consorcio Televisa para sus intereses.
Los Pumas son origen de problemas para la UNAM: en el futbol nació la temible plaga latente del porrismo estudiantil universitario y en el Estadio México 68 de los Pumas de la UNAM se vende cerveza alentando el alcoholismo entre los jóvenes.
La marca UNAM tiene que ver con la educación, la extensión de la cultura y las prácticas deportivas ajenas a las corruptelas de poderes privados. Por eso las universidades difícilmente participan de los deportes profesionales y se centran en el deporte amateur, para no ser cómplices de los intereses que se mueven por utilidades.
El equipo de los Pumas de la UNAM ha sido operado por un patronato pero no en función de los mejores intereses altruistas. Egresados de la UNAM que se han beneficiado del contratismo del gobierno han mantenido el control del club de futbol. Como todo consejo de administración, el patronato de la UNAM ha servido para hacer negocios privados. Y el rector de la UNAM sólo aparece como presidente honorario del Club Universidad Nacional A.C., a pesar de tener la responsabilidad de velar por el buen uso del nombre de la UNAM.
Ahora mismo, los Pumas se encuentran en problemas de calidad, no ganan partidos y tuvieron que cambiar esta semana al entrenador José Luis Trejo por su incapacidad para dirigir el plantel. De hecho, los directores técnicos del equipo han sido parte de la élite oligárquica de entrenadores forjados en el espíritu Televisa del deporte que más ganancias le da a ese consorcio de la televisión privada.
En la página oficial de los Pumas aparece una red de intereses oligárquicos: Jorge Borja Navarrete como presidente, un empresario de la construcción por contratismo y envuelto en problemas de ética, y Carlos Slim Domit, presidente de Teléfonos de México, justamente la empresa cuya privatización operada personalmente por Carlos Salinas de Gortari sigue siendo un expediente abierto y ahora mismo sometida a debates en el Congreso por los abusos en sus servicios, además de que el propio Carlos Slim Helú fue una ocasión presidente de los Pumas. Y recientemente estuvo en ese cargo Víctor Manuel Mahbub, subsecretario de Comunicaciones del salinismo y hombre clave de los negocios carreteros de Raúl Salinas de Gortari.
Los partidos de futbol muy competidos en el estadio de Ciudad Universitaria están casi siempre envueltos en violencia social callejera: secuestro de autobuses, consumo de alcohol y drogas hasta la intoxicación, violencia antideportiva en el estadio por peleas a golpes entre porras y la necesidad de un exceso de vigilancia policiaca para evitar tropelías.
El colmo del asunto es la venta de cerveza para un cupo total de 68 mil espectadores, además del expendio ilegal de cervezas en las inmediaciones del estadio que realizan las porras universitarias con la complicidad de autoridades universitarias y policías.
Como casa de estudios financiada con dinero público, la marca UNAM nada tiene que hacer en el negocio del futbol que controla Televisa y de cuyos beneficios participan todos los equipos. El futbol operado por Televisa es un instrumento de control social y de adormecimiento de los ciudadanos. Y la UNAM es cómplice.