Si me preguntan qué teléfono utilizo, la respuesta es sencilla: iPhone. En algún momento de mi vida cambié a Android, cuando desde Estados Unidos me decían que el Google Phone era una maravilla. Mi maravilla acabó estrellada en una pared cuando me desesperó lo estúpido que era al darle órdenes, yo, tan acostumbrado a la inteligencia de Apple.

 

Por otra parte, Samsung, lo siento, pero no me llama nada la atención y, a diferencia de algunos de mis amigos que les encantan sus smartphone gigantes, a mí todavía el diseño coreano no me atrapa, ni sus soluciones (y juro que la estética de esa nación asiática la admiro con devoción).

 

 

Por si fuera poco, uno de los últimos comerciales de Apple utiliza música de los Pixies. Quiero decir, hasta siento que piensan en mí, en su cliente, aquel sujeto que en algún momento era outsider y hoy tiene que ser parte de la cadena alimenticia y el brutal mundo productivo, de salarios, aguinaldos y bonos.

 

 

Pienso en esto porque si tú todavía no caes en la millonaria campaña de publicidad de Samsung estás seguramente pensando en el siguiente iPhone, el “6”. Lo deseas desde que escuchaste los rumores de que pronto lo presentarán.

 

 

De acuerdo con una encuesta de uSell.com -aplicada a mil estadunidenses usuarios de smartphone-, casi la mitad de los sujetos consultados están emocionados por la “Sapphire Screen”, la pantalla que supuestamente difícilmente se rompe o se raya.

 

Eso es lo que me da miedo de mi iPhone: hacerle daño. Es tan frágil, hermoso y ligero, y yo tan tosco y descuidado, que cuando lo utilizo siento que lo voy a romper al parpadear. Necesito estar seguro de que nada le pasará en mis manos, al menos eso es lo que muchos usuarios de esta tecnología también esperan, no hacerle daño a su herramienta de trabajo.

 

Otra de las funciones que más se esperan del nuevo iPhone 6 es que cuente con una cámara infrarroja para ver en la oscuridad. Al menos 19.2% de los encuestados dijeron que esto es importante para ellos, necesitan que eso se anuncie.

 

Yo, la verdad, no había pensado en eso. Soy de esos que usan el teléfono para llamar, leer correos y algunos textos de diarios y revistas. En realidad me importa un carajo andar presumiendo que me puedo tomar un café de 50 pesos o que ando corriendo en la Muralla China, yo soy de esos que temen que extraños se entrometan en su vida privada. Entonces, grabar en la noche lo considero algo excesivo.

 

El 10.7% de los encuestados espera que el nuevo iPhone tenga herramientas para monitorear la salud y medir la cantidad de ejercicio que hacemos. Lo mismo: no soy de aquellos que les gusta presumir que corrieron siete kilómetros en una hora. De entrada, les diría que eso da cuenta de que tienen mala condición y además, es patético que todavía lo quieran presumir. Creo que es igual de molesto que esas mujeres y hombres que van con un pants nuevo al gimnasio, muy peinados, maquillados y apestando a perfume. Sí llaman la atención, pero a muchos nos incomodan por posers.

 

Un 9.5% está esperando que el nuevo iPhone muestre imágenes en tercera dimensión y 7.7% quieren más aplicaciones para controlar los dispositivos del hogar.

 

En cuanto a las mejoras: 37% desean que la batería dure más, mientras que 19.2% quieren una pantalla más grande (punto para Samsung) y 11% una mejor cámara. Asimismo, 11% desea que el teléfono tenga mejor recepción y 10% desearían tener más memoria.

 

Yo hoy soy más dependiente de Apple, principalmente porque consumo muchas revistas y diarios extranjeros y a través de sus aplicaciones tengo todo el material que deseo a buen precio. Y aunque prefiero leer en papel revistas y libros, los precios de las novelas y la teoría en las librerías mexicanas me parece un robo y las revisas como Wired y The New Yorker, bien lo saben, ya no están ni en los locales del aeropuerto.

 

Además, la compra de discos y casettes (yo compraba casettes vía correo, ¿recuerdan Cleopatra Records?) es cosa del pasado. Spotify y iTunes son el soundtrack de mis días.

 

Yo desearía acostumbrarme al peso y tamaño del iPhone 6 para no cansarme al leer durante horas y que tuviera un sistema de seguridad que me asegurara que nadie en el mundo puede saber qué digo en mis llamadas, qué mando por correos o mensajes instantáneos, y que también pueda hacerme invisible geográficamente ante los sujetos que buscan tenernos como objetivo de ventas las 24 horas del día. También me gustaría que hubiera islas para cargarlo en cualquier lugar, como esos microondas que tienen los coreanos en los 7 Eleven para darle vida a la batería en segundos.

 

Pero en realidad, creo que el iPhone que tengo me durará un par de años más. Y no me importa no traer el último modelo de smartphone, disfruto a mis amigos en privado y sin tecnología de por medio.