Bien dicen que lo único inmutable es el cambio, y es que, en muchas ocasiones por más que nos esforcemos por que las cosas permanezcan  de una cierta forma, el constante e inevitable movimiento de la vida, hacen que las cosas permanezcan en constante cambio. Pero una cosa es el cambio natural y otra muy distinta, el cambio provocado. La legendaria casa de moda Schiaparelli, ahora con Marco Zanini al frente como director creativo. Zanini presentó hace poco con gran éxito su colección Couture Otoño 2014. Su estilo, como es clásicamente ubicado, va dirigido a una mujer ecléctica que no teme al cambio, a lo diferente.

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Ciertamente los ortodoxos pudieran no ser los más fieles seguidores de los diseños de la casa Schiaparelli, pero habría que ver un poco más allá de su excéntrica estética. La diseñadora italiana, fue comparada en su momento con Coco Chanel, como ícono de la moda. Sin embargo, había algo claramente diferente entre estas dos representantes de la moda. Ante todo este aparente caos del incesante cambio, siempre debe subyacer algo más profundo, y es que no se trata de cambiar por cambiar, debe haber raíces ideológicas que den solidez a esta ola de cambios.

A Gabrielle Chanel, por ejemplo, residente francesa, le subyacía la desbordante elegancia y una exquisita e inigualable simplicidad, y a partir de ello, creaba. A Elsa Schiaparelli, constantemente inspirada por el cubismo y el surrealismo daliniano, le subyacía el instinto redentor, disidente, un perfil rebeldemente propositivo. Polos opuestos, evidentemente, y no por ello, distintos en valor.

Lo que hace diferente a ambas casas de la moda es que aquello que nos resulta más conocido, más familiar, en este caso en términos de estética, se vuelve mucho más fácil de digerir, y es entonces, cuando nos sentimos identificados y cercanos a un estilo. Sin embargo, a Schiaparelli habría que apreciarle sus intenciones de explorar, de disentir para crear.

El valor de Schiaparelli para diseñar, nos merece darnos la oportunidad de tomarnos el tiempo de digerir sus propuesta y apreciar lo que subyace a esta sorprendente fusión de colores, texturas, materiales y estilos, es decir, apreciar aquello que es permanente dentro del cambio, su rebelde innovación.

De Zanini podemos decir que se ha adaptado fácilmente a esta moda maison. En el deslumbrante salón principal del número 21 de la Place Vendôme, en París, reside ahora el diseñador. El salón está en el centro del nuevo cuartel general de la maison Schiaparelli, el mismo lugar en el que Elsa tuvo una boutique con salida a la calle y oficinas en la entreplanta. Zanini ha pasado los últimos cinco años trabajando en la transformación de Rochas, una marca adorada en nuestros díasgracias a su sofisticada sutileza. 

60 años después, el surrealismo que hizo famosa a la fundadora de la maison ha vuelto a pisar la pasarela. Tocados, accesorios y joyas revivían el espíritu vanguardista de la modista pero, todo lo demás (desde las líneas etéreas y los vestidos vaporosos, pasando por los colores pastel) lleva el sello de Zanini. Entre referencias naturales -cabe resaltar el bello brazalete enredadera-  y mechas de colores, ha transcurrido la segunda fase de la historia de Schiaparelli, ahora con el apellido Zanini.