No cabe duda que las verdaderas intenciones políticas de los gobiernos se plasman en el presupuesto público. Y es que el destino de los recursos públicos desnuda la retórica de los encendidos discursos de los gobernantes y políticos, aunque aquel destino sea conocido, en el mejor de los casos, mucho tiempo después.

 

La historia de la aprobación, ejercicio y destino de los presupuestos públicos en México ha sido generalmente desafortunada para los contribuyentes. Pagan altos impuestos, el gobierno les informa parcialmente sobre el destino de los mismos, los servicios que reciben a cambio son malos o inexistentes y, para colmo de males, años después se enteran por la prensa que una buena cantidad de esos impuestos se fueron a engordar bolsillos privados.

 

 

Un círculo vicioso que no se ha roto en México.

 

Pues bien. En los próximos días, y hasta el lunes 8, la Secretaría de Hacienda enviará al Congreso para su aprobación el llamado “Paquete Económico 2015” que contiene la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos de la Federación y los Criterios Generales de Política Económica. Son las cifras del balance financiero de la nación para el próximo año en la que se estiman cuántos ingresos tendrá el país y cómo se gastarán.

 

De lo primero, ya el presidente Peña Nieto nos dijo en su reciente discurso que no habrá más impuestos, así que el incremento de ingresos esperado para 2015 tiene que ver principalmente con el crecimiento de la economía y su efecto en la recaudación tributaria, mientras que la caída en la producción petrolera generará presiones adicionales a las finanzas públicas. Así que se esperaría un año con ingresos crecientes pero moderados.

 

El asunto es cómo está repartiendo el gobierno el gasto público, en primera instancia; y, luego, cómo los legisladores moverán estas partidas según sus propios intereses.

 

Para este presupuesto no hay que perder de vista que en 2015 se celebrarán elecciones en 17 estados y se renovará la Cámara de Diputados, por lo que las tentaciones electorales en el reparto del gasto público serán mayores que las acostumbradas, que ya es decir mucho.

 

Hoy algunos think tanks como México Cómo Vamos, México Evalúa, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, el Instituto Mexicano para la Competitividad, y el Centro de Estudios Espinosa Yglesias darán a conocer sus propuestas para mejorar la calidad del gasto público a propósito de la presentación del Presupuesto para 2015.

 

Si bien estas -y otras iniciativas ciudadanas en torno a un ejercicio presupuestal, a la transparencia y rendición de cuentas de los funcionarios públicos en todos los niveles son bienvenidas- me temo que encontrarán oídos sordos.

 

Digo lo anterior por dos razones. La primera es que el presidente Peña Nieto -desde el inicio de su gobierno- no estuvo dispuesto a implementar una política de austeridad en el sector público como lo requería -y requiere aún- la economía del país. Y dos, no está dispuesto a ir a fondo con el combate a la corrupción en el sector público, como se entiende de sus declaraciones.

 

El presupuesto 2015 mostrará las verdaderas intenciones.

 

 

FELICITACIONES CON DINERO AJENO

 

En la más rancia y oscura tradición de la política mexicana, las ediciones de los diarios de ayer rebosaron de amplios espacios de felicitación al presidente Enrique Peña Nieto por su Segundo Informe de Gobierno.

 

¡Todo un rito de conveniente pleitesía con dinero público!

 

Los espacios pagados de mayor notoriedad se dieron desde los gobiernos estatales en los que destacaron las planas completas publicadas en diarios de circulación nacional que sufragó el gobierno de Nuevo León con la rúbrica del gobernador Rodrigo Medina.

 

Pero también el gobierno de Egidio Torre Cantú, de Tamaulipas, no se quedó atrás pagando generosos espacios de felicitación al Presidente en la prensa nacional. Con menores espacios pero también se hicieron presentes el gobernador de Hidalgo, José Olvera Ruiz; el gobernador de Yucatán, Rolando Zapata Bello; el gobernador de Colima, Mario Anguiano Moreno; y el gobierno de Durango, entre otros. El punto que aquí importa no es tanto el significado de las viejas formas políticas que siguen presentes, sino que estas palmadas publicitarias -para quedar bien con el jefe- se hacen con los recursos de unos contribuyentes ya atribulados. Y uno se pregunta, ¿acaso se justifica un gasto así de los recursos públicos? ¿Acaso no son estos mismos gobernadores quienes se quejan de falta de recursos en sus arcas estatales?