Gustavo se fue. Para quienes crecieron con su música y que le encontraron sentido a su vida a través de la lírica que creó al lado de Héctor Zeta Bosio y Charly Alberti, Gustavo Cerati fue gurú y compañero de adolescencia, de primeros amores y desamores, de la emoción de los primeros conciertos y la tristeza del adiós que, en México, se atestiguó en el Palacio de los Deportes.
Cerati es, sin duda, referencia obligada para conocer esa época en la que el rock en español cambió la manera de ser y de pensar de una generación que ahora está dominando el mundo.
“Comunicamos que hoy, en horas de la mañana, falleció el paciente Gustavo Cerati, como consecuencia de un paro respiratorio”.
Sus 55 años serían, para muchos, apenas un poco más allá de la mitad del camino, pero como todo grande que se precie de serlo, se tenía que ir joven, incluso desde hace cuatro años, cuando sacudió al mundo la noticia de que había caído en estado de coma debido a un accidente cardiovascular que sufrió durante su gira Fuerza Natural.
Una historia de leyenda
Hablar de la Sodamanía y los esquemas que rompió con ocho discos de estudio que se convirtieron en legendarios, y con temas que se han convertido en la banda sonora de varias generaciones, como Persiana americana, Signos, Cuando pase el temblor, Corazón delator, Mundo de quimeras y Sobredosis de TV, entre muchos otros, está de más.
Ni qué decir del dolor colectivo
En solitario, Cerati tuvo una exitosa carrera a partir de su primer disco en 1993, Amor Amarillo, donde todavía formaba parte de Soda, pero volvió a romper esquemas con Bocanada (1999), a la que le siguieron álbumes como Siempre es hoy (2002), Ahí vamos (2006) y su última producción, Fuerza natural (2009), que irónicamente inspira estas líneas, pues fue la que por fin lo abandonó y lo llevó a descansar en donde sólo los inmortales habitan: el corazón y memoria de sus fans. Descansa en paz, Gustavo.